Bucaram dice que el país vive una dictadura civil
Pocas horas antes de su definitiva expulsión de la presidencia era tal la exaltación de Abdalá Bucaram en la tribuna de Guayaquil, tan agudos sus gallos en la encendida arenga contra la oligarquía explotadora, que se temió el síncope. "Para sacarme tendrán que matarme" prometió. Al conocer que era un hecho su apartamiento del poder denunció: "Ecuador vive una dictadura civil. Estamos hablando de un carnavalazo". "¿Quieren dos millones en las calles? Vamos a poner a cuatro millones de gentes en las calles mentía a los suyos el candidato elegido en julio de 1996.
, Carnavalesca y muy aplaudida por los desesperados se recuerda la audaz iniciativa electoral de Elsa Bucaram, su hermana, el año pasado, quien dio muestras del talante familiar. Descubriéndose un pecho, lo enseñó a las masas: "¡De esta teta no mamará la oligarquía!".El nuevo Gobierno ecuatoriano, pronosticó Abdalá Bucaram, conducirá a una grave crisis económica y a la ruina del país. "En un mes me pedirán de rodillas que vuelva", clamó, antes de anticipar que Rosalía Arteaga, la presidenta interina, será apuñalada muy pronto por sus enemigos políticos. "Estarnos asistiendo a una carcajada nacional, esperemos a los próximos días y se verá el desarrollo de los hechos, se verá la vergüenza nacional de un Congreso matándose por intereses nacionales".
El abogado Bucaram, a quien se despelleja sin clemencia en letrillas y canciones, y con especial ferocidad en una adaptación musical de Macarena, admitió haber permanecido acorralado el viernes en su despacho del Palacio de Gobierno por " 15.000 empleados públicos manipulados por los oligarcas y una dirigencia corronipida". Temiendo el anunciado asalto al palacio para desalojar a su inquilino, y un cruento choque de los manifestantes con los destacamentos policiales y militares, la jefatura del Ejército pidió a Bucaram que abandonara el palacio. Después no le dejaron volver.
Todos los pobres saben que tengo la conciencia limpia", dijo el político acusado de haber facilitado una rampante corrupción en el Estado y de haber colocado en puestos de responsabilidad económica y política a familiares, amigos o personas sin preparación ni decencia. "Esto es una dictadura y me voy a preocupar de hacerlo conocer al mundo, a los cuatro vientos, desde una prisión o en cada pueblo de Ecuador", se desgañitaba Bucaram en Guayaquil.
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