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Tribuna
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Un golpe de sensatez

Ecuador es un país decididamente especial. Cuando el grueso de las naciones latinoamericanas soportaban el peso de las dictaduras, los ecuatorianos hacían mofa de su dictablanda, y con mordaz orgullo declaraban que si los argentinos y chilenos teníamos los dictadores más salvajes, ellos tenían el más necio. Así, Rodríguez Lara, alias El Bombita, pasó a la historia como un aburrido payaso. Hoy, inmerso en el nuevo orden internacional, Ecuador depone a su presidente, y no por medio de un golpe de Estado, sino de un golpe de sensatez.País pequeño de grandes sueños y de estupendos escritores como Jorge Enrique Adoum, Iván Egüez, Abdón Ubídea o Raúl Pérez, cuenta también con un centenar de cronistas anónimos, y ellos son los charlatanes de la avenida 24 de Mayo. A esta misma hora, con sus boas enrolladas al cuello, con sus micos acróbatas y sus papagayos develadores del porvenir, estarán narrando la saga de Abdalá Bucaram, alias El Loco.

Su fiebre de gobernante le viene de familia. Cuando era estudiante en su ciudad de Guayaquil fue testigo de dos reformas constitucionales hechas nada más que para impedir que su padre, Abdalá Bucaram I, ocupara el sillón de los presidentes. Curioso político el padre del depuesto mandatario. En un discurso memorable pronunciado en 1978 declaró que era mentira eso de que la sociedad se dividía entre patrones y explotados, pobres y ricos, y que la única verdad era que el mundo se dividía entre fifiriches y chuchumecos, pero sin precisar a cuál de los bandos pertenecía. Su máximo argumento en una discusión política consistió en acusar a su contrincante de tener "espermas aguados".

Abdalá Bucaram II logró llegar al poder gracias a la herencia social de los ex presidentes Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado, a la verdadera evolución del sistema democrático y de la cultura política que logró la gestión del ex presidente Rodrigo Borja, al descontento y frustración generados por la torpe gestión de Sixto Durán y a un discurso carnavalesco que prendió en el ánimo alegre de los ecuatorianos.

Cantor, escritor, compositor, deportista, hombre de muchas virtudes, Abdalá Bucaram II se declaró públicamente loco luego de leer el tratado sobre la locura de Erasmo de Rotterdam, y empezó a actuar en consecuencia.

Primero recibió con honores de heroína de la patria a Lorena Bobit, una compatriota que llenó páginas de prensa después de castrar a su esposo en Estados Unidos. Enseguida remató su bigotillo hitleriano para juntar fondos de beneficiencia, inscribió a su hijo Joaquín, un gordito ágil como una marmota, en el elenco del popular club de fútbol Barcelona, grabó un disco con su himno a la locura y finalmente contrató como asesor económico a Domingo Cavallo, el hombre más odiado en Argentina y que fuera declarado "héroe de la humanidad" por Warren Christopher el año recién pasado, cuando todavía era ministro de Economía de Menem. Esta última locura colmó el vaso y los ecuatorianos se decidieron a dar un golpe de sensatez.

Luis Sepúlveda es escritor chileno.

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