_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Carnaval

Manuel Vicent

Jacques desapareció en pleno carnaval de Río. Un torbellino humano lo había arrastrado ha cia una bocacalle por donde bajaban otras comparsas bailando y allí se formó un remolino que se tragó a Jacques, un joven francés de poca salud. Su novia vio cómo se perdía en medio de un círculo de máscaras que primero lo rodeó bajo el estruendo de los tambores y a continuación se lo fue llevando hacia un callejón de forma inexorable. Por encima de las cabezas enmascaradas Jacques agitaba los brazos y gritaba. Su novia también gritaba agarrada a una verja sobre la tumultuosa corriente de los danzantes, hasta que ambos se perdieron de vista. La chica pensó que su novio acudiría al hotel cuando lograra deshacerse del fregado, pero esa noche Jacques no apareció. El carnaval de Río no había hecho más que empezar. Siguieron varios días confusos y carnales en creciente agitación y llegó el martes grande sin que el joven diera señales de vida. Todo el tiempo de carnaval la chica lo empleó en buscar a su novio por las comisarías, hospitales y depósitos de cadáveres. Cuando los barrenderos de Río ya se habían llevado con la escoba todos los disfraces y también los tambores habían callado, de pronto una mañana apareció Jacques en el hotel muy pálido arrastrando los pies hasta caer desvanecido en brazos de su novia. Ella descubrió enseguida una rudimentaria cicatriz que traía detrás bajo la camisa. A Jacques le habían extirpado un riñón. Se lo habían robado. En cuanto pudo hablar el joven explicó que aquel grupo de máscaras lo había arrastrado bailando hacia una furgoneta y poco después de camino lo habían anestesiado. Recordaba la nebulosa de un quirófano desde donde se oía música de samba mientras lo abría en canal un cirujano disfrazado de arlequín. Todos los días se roban riñones, es bien sabido, pero este caso es distinto. Jacques estaba en lista de espera para un trasplante de riñón en, París. Le habían prometido uno del mercado negro, de gran calidad, procedente de Río de Janeiro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_