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El patronato exige que se recoloquen las butacas del Real por su mala visibilidad

El ministerio quiere eliminar el gris oscuro elegido por el arquitecto para la sala

Andrés Fernández Rubio

El descuido de cuestiones fundamentales amenaza con enturbiar la apertura, con La vida breve, del Teatro Real. En el patio de butacas, éstas han sido colocadas una detrás de otra, de manera que la representación de Parsifal incluirá durante cuatro horas la cabeza del vecino de delante. Miembros del patronato se han quejado también de la estrechez de las butacas y la incomodidad de las sillas en los palcos. La actuación del arquitecto, Francisco Rodríguez Partearroyo, es objeto de duras críticas en la sala y zonas de acceso. El ministerio quiere repintar la sala para eliminar el gris elegido por Partearroyo, contrapear las butacas y cambiar a toda prisa otros detalles que considera mal resueltos.

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Una carrera de obstáculos

Se desconoce aún el alcance y coste de las reformas que habrán de reemprenderse antes de la apertura del teatro -cuyo aforo es de 1.800 localidades-, el 11 de octubre. Además de las butacas, que comenzaron a instalarse hace un año, distintas actuaciones de Partearroyo han sido objeto de críticas, como las toberas de aire acondicionado que aparecen sobre la entrada noble que da a la Plaza de Oriente; las sillas altas de la fila segunda de los palcos -"cobras 15.000 pesetas por estar ahí sentado y te denuncian a la oficina del consumidor", comentó durante una visita un miembro del patronato-; el palco real, con un fondo arquitectónico en madera de caoba cubana sobre el que se instaló, retranqueado, el control general de escena, y el Cielo de Madrid, instalación luminosa situada en el techo de la cafetería.Respecto al gran hall central -de planta elíptica con solemnes columnas recubiertas en madera de cedro del Líbano-, las opiniones coinciden en que se ha sacrificado la sobriedad de la antigua antesala. "Todo es criticable", se defendió Partearroyo. Y dijo haber realizado "un trabajo ímprobo" en referencia a una reforma de 60.000 metros cuadrados. "Todos los profesionales que han venido a ver la obra la han sabido valorar", añadió. "Luego, en algunas cosas se puede acertar más que en otras".

Las butacas del teatro presentaban ayer el aspecto de una instalación de Christo, cubiertas con unas lonas blancas para evitar el polvo. Levantando la lona, destacaba el terciopelo rojo y su colocación una detrás de otra. Pese a que el patio de madera está escalonado, la visibilidad queda mal resuelta, según diversos testimonios. Y el escalonamiento también ha recibido críticas, puesto que la solución en rampa ofrece mayor seguridad.

Partearroyo contestó ayer que Ias cosas no se han hecho caprichosamente" y dijo que "si se hace el contrapeado de las filas no puedes tener una línea recta y el pasillo va a quedar un poco raro" (el contrapeado significa que la cabeza del espectador mira por el hueco que dejan las dos butacas delanteras).

Respecto al escalonamiento, de 12 centímetros, Partearroyo explicó que se hizo para ganar visibilidad y colocar el aire acondicionado, y que es habitual en otros teatros de Madrid. Dentro de la accidentada y a veces caótica reforma del Teatro Real, que ha costado diez años y más de 20.000 millones de pesetas, este arquitecto llegó al teatro en 1993 designado por la Administración socialista, desplazando al hijo del arquitecto anterior, quien tras conocer sus propuestas las atacó por su "vaciedad formal".

Miembros del patronato han comparado las butacas del Real con las de Bayreuth, el teatro dedicado a las óperas de Wagner en el que la incomodidad de los asientos es legendaria. Partearroyo se defiende diciendo que las butacas del Real "son más anchas que en otros teatros", y añade que están fabricadas por la firma italiana Poltrona Frau, "que trabaja para los principales teatros del mundo". "Si quieren pintar y redecorar, que lo hagan", asegura, y defiende su "solución intermedia", de "ornamentos discretos y lo más puros posibles, de acuerdo a la máxima de Loos "el ornamento es delito".

Lámparas de pared

Desde la llegada del PP, que en la oposición puso al Real como ejemplo de mala gestión y despilfarro, se han ido extendiendo las críticas hacia las soluciones estéticas de Partearroyo, hasta el punto de que se está pensando en retirar unas lámparas de pared diseñadas por él. Un miembro crítico del equipo técnico declaró, por el contrario, que lo que le gusta a la ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, "es la parafernalia del cortinaje". El miembro del patronato Joaquín Álvarez-Montes, escenógrafo y decorador, se ocupará de las cuestiones estéticas finales.Los escenógrafos modernos alaban la solución de sala negra aportada por el arquitecto Jean Nouvel en la Opera de Lyón. Pero en los teatros del XIX destacaba el rojo y oro. Partearroyo optó por mantener la solución de sala de herradura, con toques dorados y bordes de terciopelo rojo, mientras que el techo y el fondo se resolvieron en un gris oscuro. Fuentes del ministerio señalan que se está estudiando repintar la sala de granate oscuro: "la impresión es que cuando Partearroyo se deja aconsejar por especialistas, como Tamayo en la maquinaria escénica, el problema se resuelve satisfactoriamente. Pero en la parte del público nadie le dice nada y hay problemas que se le van".

El mantenimiento de la sala de herradura planteaba el inconveniente de la pérdida de visibilidad en los lados rectos, y Partearroyo asegura que se ha subido al máximo el nivel de unas filas a otras para que el problema fuera lo menor posible. A este respecto, un patrono comentó la conveniencia de establecer un convenio con la ONCE.

Entre las observaciones del patronato se incluye que en el aseo real el arquitecto instaló una democrática botella dosificadora de jabón.

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