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Una carrera de obstáculos

Diez años de sucesivos parones, aplazamientos y enfrentamientos políticos han convertido el camino hacia la inauguración del Real, el próximo 11 de octubre, en una auténtica carrera de obstáculos. La variedad de complicaciones en los dos últimos años lo ejemplifica. Tras varios meses de negociaciones, en julio de 1995 se cerró el acuerdo para la gestión del teatro entre Cultura y la Comunidad de Madrid. Cuatro meses después, una lámpara de araña de tres toneladas se hizo añicos sobre el patio de butacas, y sobre el incidente, en su momento, ni siquiera fue informado el entonces director artístico, Antoni Ros Marbá.La suspensión de pagos de la empresa Huarte en marzo de 1996 provocó un nuevo retraso. La Fundación Teatro Lírico quedó constituida a finales de 1995 y Elena Salgado fue nombrada directora en enero de 1996, siendo ministra de Cultura Carmen Alborch. Tras la falta de diálogo entre la directora y Ros Marbá, aquella fichó a Stéphane Lissner dos meses después como director artístico. Con la victoria electoral del PP, comenzó la cuenta atrás de Salgado. Varios patronos dimitieron, Esperanza Aguirre reordenó el patronato para destituirla y su cargo fue suprimido en julio de 1996. En abril se anunció que Wagner y Parsifal abrirían el Real. Finalmente, se eligió La vida breve, de Falla, y quedó en evidencia el pulso por el poder que mantienen el director artístico y el director general de Artes Escénicas y Música del ministerio, Tomás Marco.

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El patronato exige que se recoloquen las butacas del Real por su mala visibilidad

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