Netanyahu y Arafat consiguen que sus gobiernos ratifiquen el acuerdo para la retirada de Hebrón
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, consiguieron a última hora de ayer que sus gobiernos aprobaran el acuerdo alcanzado de madrugada sobre la ciudad de Hebrón. La tarea fue difícil para el conservador Netanyahu, que tuvo que emplearse a fondo en un debate de más de once horas para vencer las resistencias del ala más derechista de su Gobierno. Finalmente, por 11 votos a favor y 7 en contra, el líder israelí ratificó así el primer acuerdo de paz que firma con los palestinos desde que llegó al poder, el pasado mes de mayo. Yasir Arafat lo tuvo más fácil. Sólo cinco de los 42 miembros del Gabinete y del Comité Ejecutivo de la OLP votaron en contra.
En el Parlamento israelí se vivieron ayer horas interminables de pros y contras, mientras la mayoría de los israelíes parecía más bien indiferente. Por parte palestina, los radicales de Hamas se aprestaron a denunciar el acuerdo y a criticar a Arafat por "venderse" a Israel. La derecha recalcitrante israelí no fue menos dura: "Este acuerdo es muy malo para Israel, es una derrota que nos hemos infligido a nosotros mismos", declaró el ex primer ministro Isaac Shamir. "Esto no es paz. Cada capitulación no trae paz, sino lo contrario", afirmó.El ministro de Defensa israelí, Isaac Mordejai, ordenó al ejército no iniciar la retirada de Hebrón hasta que el Parlamento israelí apruebe el acuerdo. La Kneset (Parlamento) se reúne hoy para debatirlo. Se calcula que 90 de los 120 diputados votarán a favor del texto, incluidos casi todos los de la oposición laborista y de izquierdas.
La población israelí, fatigada por una negociación que no terminaba nunca, apenas se alivió con el anuncio del acuerdo, y pocos son los que se interesan por las diversas cláusulas del texto. Sin embargo, los judíos de Hebrón se sentían muy solos ayer, al igual que los colonos que babitan en los asentamientos de Cisjordania. Para ellos, como para los radicales palestinos, es un "acuerdo terrible", según comentó lacónicamente Noam Arnon, portavoz de los judíos de Hebrón. Éstos, al contrario que en días pasados, no salieron ayer a protestar a la calle, sino que optaron por pasar el día encerrados en casa y orando.
La única manifestación contra el primer ministro Netanyahu, convocada en Jerusalén ante los edificios de la presidencia, del Consejo de Ministros, no reunió a más de 30 personas. Tal vez también influyó el mal tiempo en esta jornada de encierro de los radicales.
La secta hasídica habad, que cuenta con unos 15.000 miembros en Israel, no lo pensó dos veces e hizo un llamamiento a que la cólera divina se vierta sobre la cabeza de Netanyahu. Incluso mandaron un fax a Arafat aconsejándole que no se fiase de los compromisos adquiridos por el primer ministro isralí, porque "es un traidor a sus promesas". El fax destaca que Netanyahu se comprometió por escrito a no entregar jamás a los árabes la más mínima parcela de Eretz-Israel (el Gran Israel), que comprende Cisjordania.
Religiosos y nacionalistas
La reacción de esta secta ha sido la típica de la mayoría de los partidos religiosos y nacionalistas que apoyaron al líder del partido conservador Likud como al hombre que "podía frenar a los palestinos". "Nunca volveré a confiar en Netanyahu. Ha traicionado sus compromisos y el ideal nacional de su partido, el Likud", afirmó Shamir, líder de éste entre 1986 y 1992.Los responsables y ministros del Likud que continúan apoyando al primer ministro israelí recuerdan que, durante su campaña electoral, Netanyahu se comprometió también a respetar los tratados y acuerdos firmados por el Gobierno anterior, incluidos los de Oslo. "Sin comprometerse a respetar los acuerdos de Oslo, en la búsqueda de una paz en la seguridad, Netanyahu no habría ganado las elecciones", explica, sin inmutarse, el diputado Michael Eytan, presidente del grupo parlamentario del Likud y de la coalición gubernamental. "Lo más positivo de esta firma es la implicación personal de Netanyahu en el proceso de paz", señala el diputado y ex ministro laborista Yosi Beilin.
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