Yeltsin lanza una masiva campaña de recaudación de impuestos para afrontar las deudas del Estado
El presidente ruso, Borís Yeltsin, ha lanzado una ofensiva para tratar de mejorar la explosiva situación social que vive el país, causada, ante todo, por la incapacidad del actual régimen de pagar los sueldos y las pensiones. Esta incapacidad está relacionada con la falta de fondos en las arcas del Estado, debido a que las empresas no pagan los impuestos. En este contexto, Yeltsin ha ordenado organizar un control draconiano sobre la producción y venta de alcohol, confiando en obtener así el dinero necesario para pagar, al menos, parte de las deudas a la población.
Después de casi medio año de ausencia en el Kremlin, Yeltsin ha vuelto a tomar las riendas del país decidido a restablecer la justicia social. El impago de las pensiones -la deuda a los jubilados alcanza casi, 400.000 millones de pesetas y, la de las empresas al Fondo de Pensiones, 1,16 billones de pesetas- es "amoral", declaró el jueves el líder ruso durante la reunión de la Comisión Extraordinaria creada especialmente para obligar a las empresas a pagar los impuestos. Yeltsin anunció que a partir del 1 de febrero de 1997 los jubilados recibirán, sin atrasos, sus magros ingresos, y la deuda acumulada deberá abonárseles antes del 1 de julio. Al impago de las pensiones se une el de los sueldos -más de un billón de pesetas-, que ya ha generado una oleada de huelgas, principalmente en las minas de carbón. El peligro de una explosión social se ve, aumentado por el hecho de que en Rusia ni siquiera se paga a tiempo a los militares.El líder ruso es consciente de la gravedad de estas tensiones sociales, pero para aliviarlas se necesitan medios, y el problema es que a las semivacías arcas del Estado no llegan recursos debido a la generalizada evasión de impuestos. Por eso, Yeltsin, ya en octubre, antes de someterse a la operación de corazón, ordenó crear la llamada Comisión Extraordinaria -cheka, en la abreviatura rusa- para obligar a las empresas a pagar los impuestos. Sólo el nombre de este organismo da miedo: coincide con el del tenebroso órgano bolchevique represivo predecesor del temido KGB. La labor de la nueva cheka dio sus frutos de inmediato, y, ya en octubre, el mismo mes de su fundación, se recaudó más de doble de impuestos que en septiembre. Como consecuencia, el Fondo Monetario Internacional reanudó el pago del crédito concedido a Rusia que había suspendido debido a la penosa situación presupuestaria.A pesar de los esfuerzos de la cheka, el Estado continúa escaso de fondos para pagar las pensiones. y los sueldos. De ahí que Yeltsin trate de paliar ahora la situación imponiendo un severo control en el mercado de las bebidas alcohólicas.
"El presidente ha decidido restablecer el monopolio estatal en el mercado del alcohol", según ha anunciado Anatoli Chubáis, jefe del gabinete de Yeltsin. Esta decisión no supone la restauración del monopolio que existía en la época soviética, ya que las 800 fábricas que producen alcohol no serán, nacionalizadas, ni tampoco lo será el comercio de la vodka. De lo que se trata es de reforzar el control sobre la recaudación de los diversos tipos de impuestos a que está sometida la producción de bebidas alcohólicas.
El Estado pierde un mínimo de 45.000 millones de pesetas al mes debido a la anarquía que impera en el mercado del alcohol y que contribuye al florecimiento del contrabando y de la producción ilegal. El remedio que quiere utilizar Yeltsin no es nuevo. El primer presupuesto sin déficit en Rusia fue el de 1912, y en él las bebidas alcohólicas proporcionaron el 28% de los ingresos.
En la época soviética, cuando sí existía un monopolio real del alcohol, éste contribuía con alrededor de un tercio de los ingresos al presupuesto estatal. Hoy, este índice ronda apenas el 3%. Controlar el mercado de bebidas alcóholicas no será sencillo, y la meta que se ha propuesto Yeltsin puede resultar inalcanzable, como tantas otras.
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