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Reportaje:

20 helenistas rastrean en Atenas la radical conexión griega de la cultura española

Un congreso pide un departamento universitario de filología hispánica en Grecia

Andrés Fernández Rubio

Ulises, Edipo, Ayax, Ícaro; Cronos, Polifemo... La cultura hispánica toma los mitos ¿le la Grecia clásica y los seculariza, despojando de consuelo y trascendencia su lucha heroica. Una huella que une al lazarillo con Cervantes, Góngora, Quevedo, Calderón, Goya, Valle-Inclán o Unamuno. Veinte helenistás y profesores de literatura estudian en Atenas hasta mañana algunos matices de esa compleja influencia, en el congreso Grecia en España y España en Grecia, cuyo propósito es también pedir que se abra en alguna universidad griega un departamento de filología hispánica.

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Uno de los principales animadores del encuentro es Antony Zahareas, hispanista de la Universidad de Minnesota -anteriormente de la de Nueva York-, cuyo interés se ha unido en la organización al de la Universidad Panteion de Atenas y el Instituto Cervantes. Entre los asistentes figuran Edward Malefakis, Dimitris Papageorgiou, Charalambos Hatrilambis, Carlos García Gual, Ramón Irigoyen, Nikos Hatzinikolaou, Antonio Bravo, José Álvarez Lopera y Alicia Redondo. El encuentro se completa con una exposición dedicada a la amistad entre Lorca y Dalí, que fue inaugurada el sábado por el alcalde de Atenas.Antony Zahareas explica que dentro de las ideologías políticas y religiosas españolas de los siglos XVI y XVII -incluso dentro del ambiente de la Contrarrefórma y los procesos inquisitoriales- "existe un tremendo proceso de secularización". Tanto en El lazarillo como en el Quijote cervantino, en La vida es sueño de Calderón o en el Polifemo de Góngora se percibe esta tendencia en la cultura española: "La secularización sistemática de todos los mitos que adaptan". "Es una contribución extraordinaria en el pensamiento europeo", comenta Zahareas, "puesto que ayuda a elevar la claridad y la conciencia. El español es brutal en su claridad, y el lazarillo regresa a casa, como Ulises, para reconocer con extrema franqueza: 'Yo soy cornudo, mi mujer se entiende con mi protector' o, lo que es lo mismo: ¡He sobrevivido!"

Caída del imperio

Ulises regresa de unos viajes en los que las tormentas interiores y exteriores estaban determinadas por los dioses. Pero, ¿qué pasa si en la misma situación ya no hay dioses, si ya no hay destino?, ¿qué pasa si el mito se politiza, se socializa, se seculariza, se convierte en parte de las condiciones históricas? "Todos creen que en Góngora lo que interesa es el estilo", señala Zahareas, "pero Polifemo destruye a Acis y no hay nada que trascienda esta tragedia: se ha secularizado, se ha brutalizado. Lo que subyace es la tarea del poeta: captar esa lucha trágica sin consuelo, sin trascendencias, sin mistificación. En 1612, en un ambiente de pura Contrarreforma, se cae el imperio, España se encoge y todo es desengaño y pérdida de ilusiones. Y en esto viene Góngora con ese poema cuya brillantez esconde una tragedia sin alivio, un nuevo caso de secularización del mito".Ayax, el héroe de Homero, fue castigado por los dioses debido a su jactancia. Literalmente cegado, ataca a unos rebaños de ovejas teniéndoles por héroes troyanos. En el Quijote, Cervantes introduce las bases sociales de la locura del protagonista, su función histórica. "Yo, Quijote, veo la ilusión de una realidad",. explica Zahareas, "pero la novela, no el personaje, deja ver al lector en todos los pasos la realidad de las. ilusiones de Don Quijote. En Cervantes lo que vemos es cómo se hacen los mitos".

Realidad y apariencia

De la misma manera podrían rastrearse en la literatura española otros casos en los que los mitos adquieren duplicidades radicales. "Esta literatura es la más inclusiva del inundo", sostiene Zahareas. "En vez del sí o no de Kierkegaard, propone el sí y no". En el caso de Calderón, tomado por un escritor de la ortodoxia- católica, Zahareas advierte en La vida es sueño un sorprendente "jesuitismó maquiavélico" con el hecho de que "el nuevo rey sabe mentir, y el auditorio sabe que él sabe que no tuvo un sueño. En pocas palabras, se plantea la discrepancia entre realidad y apariencia, un tema trillado, pero que adquiere rasgos originales en el tratamiento que le dan los españoles". En opinión de este profesor, "Calderón defiende el sistema, pero al defenderlo lo desmantela porque nos deja ver cómo funciona en su interior: incluso el sueño sirve al poder. El mismo Quevedo es contradictorio y al condenar muestra los mecanismos de la condena".La historia del niño perdido' (Edipo y Ciro, o Moisés, "o indirectamente Jesucristo, que desaparece cuando Herodes intenta eliminar a todos los niflos") se refleja en La vida es sueño, lo mismo que Ícaro sobrevuela La Celestina, con Calixto cayendo al vacío por haberse acercado demasiado al sol. Pero si en el mito había alguna posibilidad de consolación, "no hay ninguna en Pleberio", expone Zahareas, "cuyo lamento es más que anticristiano; es anticristiano".

En el encuentro ateniense se tratan hasta mañana otros aspectos de Wrelación, España-Grecia: desde los paralelismos políticos trazados por Edward Malefakis -siendo el principal la decadencia vertiginosa de dos grandes imperios que convirtieron a ambas naciones "en objeto de conflictos internos entre tradicionalistas y modernizadores durante los pasados dos siglos"- hasta las diversas interpretaciones que sobre El Greco se han escrito en España, reflejadas en la ponencia de José Alvarez Lopera, profesor de Arte de la Complutense.

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