Prudencia monetaria
EL DINERO barato es la fórmula más eficaz que se conoce para impulsar el crecimiento de la economía y del empleo. Felizmente, la economía española ha disfruta do durante 1996 de un recorte continuado de tipos de interés -2,5 puntos desde enero-, y los efectos dé estas rebajas se han dejado notar en el mantenimiento de modestas esperanzas de despegue económico, así como en la mejora de resultados de las empresas. Pero el Gobierno y los inversores quieren más. La Bolsa y el mercado monetario apuestan por tipos más bajos, de acuerdo con la opinión del vicepresidente Rato, que asegura que hay margen para ello. Aparentemente, nada hay en contra de tal sugerencia. Los inversores consideran muy probable que España entre en la Unión Monetaria Europea el 1 de enero de 1999 y apuestan por una convergencia de tipos desinterés entre Alemania y España; el grado de confianza en la economía española aumenta, como prueban las sucesivas disminuciones del diferencial de tipos a largo plazo; la inflación está en baja y existen expectativas moderadas de que despegue el crecimiento económico. Pero la precipitación es siempre un error. Es, imprescindible que el Banco de España mantenga una política monetaria rigurosa. Aunque los precios han bajado en España hasta mínimos históricos, la distancia que separa la inflación española con el aprobado de Maastricht es todavía de 0,9 puntos. Los precios son hoy, quizá, el obstáculo más grave para la integración monetaria española. Parece lógico, pues, que la autoridad monetaria acompase las rebajas de coste de dinero a la reducción efectiva del diferencial de inflación con el umbral de Maastricht. Pero es que, además, la euforia de los mercados no responde a la mejora objetiva de la economía. Los logros en inflación o empleo, evidentes, son insuficientes para explicar el bajísimo diferencial de deuda alcanzado con Alemania, que es de hecho inferior al margen de inflación existente entre ambos países. El optimismo se fundamenta en la convicción de que existe en Europa una corriente política intensa (encarnada por Helmut Kohl) encaminada a culminar la UEM con éxito y con un número suficiente de países. Estamos ante un clima de confianza financiera sin soporte económico real y, por tanto, muy vulnerable.
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