Aznar considera "esperpéntico" el apoyo del PSOE a los funcionarios
José María Aznar cargó ayer con entusiasmo contra la posición del PSOE en el conflicto de los funcionarios, tras esquivar contestar al líder del PNV, Xabier Arzalluz, o al presidente cubano, Fidel Castro. El discurso del primero durante el fin de semana suscitó un alud de reacciones y el del segundo reavivó una polémica que se arrastra desde hace días. Aznar calificó de "esperpéntico" el apoyo del PSOE a los sindicatos en el conflicto de los funcionarios y acusó a los socialistas de estar cegados por la "obsesión de volver al poder".
Aznar, que parece disfrutar ejerciendo de oposición de la oposición, acusó a Felipe González de animar actitudes "radicalmente contrarias a los intereses de España".En una conferencia de prensa ofrecida en el Palacio de la Moncloa junto con el primer ministro jordano, Abdel Karim. Kabariti, que se encuentra en visita oficial, Aznar recordó que el PSOE "ha invitado a sus militantes a sumarse a las movilizaciones de los funcionarios y no se cansan de decir que los funcionarios y los sindicatos tienen razón en ese punto".
Esa posición, en opinión del presidente del Gobierno, es "verdaderamente esperpéntica viniendo de un partido que ha gobernado España durante casi 14 años y que congeló por dos años consecutivos los sueldos de, los funcionarios, dejando, eso sí, la inflación en el 7%".
Aznar agregó que "se puede tener mucha obsesión por retornar al poder, por volver a estar aquí [por La Moncloa], pero hay que ser un poquito más cuidadoso en estas cuestiones, porque su presentación ante la opinión pública me parece sencillamente indefendible". El presidente del Gobierno dejó claro que no piensa ceder en ningún caso en su decisión de congelar los sueldos de los funcionarios en 1997 y dijo que una huelga general en la administración pública no está justificada.
Aznar "agradeció" el sacrificio que deben hacer los funcionarios, que calificó de "imprescindible" para conseguir los objetivos de la integración europea.
Aznar evitó, en cambio, entrar a comparar el conflicto de los funcionarios con el de los mineros del carbón, con los que el Gobierno se ha sentado a negociar tras una semana de fuertes movilizaciones.
Por su parte, el Grupo Parlamentario Socialista respondió ayer a Aznar que, en lugar de acusarles de "esperpénticos", debería "analizar sus propias posiciones [respecto a una nueva reforma laboral], que conducen al absurdo, la confusión y el ocultismo". En una nota, los socialistas recuerdan que han pedido al Gobierno la apertura de un diálogo con los empleados públicos a través de iniciativas parlamentarias y dicen que Aznar "confunde, una vez más, sus intereses y los de su partido con los de España".
Del polémico discurso de Xabier Arzalluz, el presidente del Gobierno sólo recogió sus alusiones a una posible crisis entre socialistas y nacionalitas que gobiernan coaligados en Vitoria. "A mí lo que me parece más relevante de esas declaraciones es que pueda haber una situación de crisis en el Gobierno autónomo vasco, es decir que pueda haber una situación de crisis entre los partidos que forman el Gobierno autónomo vasco". Por lo demás, añadió, "a nadie le extrañará, ni siquiera a Arzalluz, que no esté de acuerdo con nada de lo que dijo. Ése es un sentimiento que, creo, comparten la mayoría de los ciudadanos vascos".
El presidente del Gobierno evitó también polemizar con Fidel Castro y descartó un debate con González sobre la política de su Gobierno respecto a Cuba. En respuesta a la intervención de Castro en un mitín en Santiago de Cuba, Aznar ironizó sobre el elogio que hizo Castro del "partido único", lo que, en su opinión, significa que "el dictador dice a su partido que quiere seguir siendo dictador, lo cual para la clausura de un acto del Partido Comunista en Cuba no está mal".
El ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, terció desde Bruselas, e indicó que su invitación a González para un debate público "sigue en pie" porque serviría para "aclarar" el único aspecto de la política exterior en que hay discrepancias, informa Xavier Vidal-Folch.
El giro en las relaciones con Cuba, del que Matutes se hizo responsable, era necesario porque la política del Gobierno socialista "no ha dado resultados en 13 años", argumentó, y porque en ese plazo "se ha deteriorado" la situación en la isla, que calificó de verdadera "involución".
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