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Patarroyo ya es español

El científico colombiano autor de una vacuna contra la malaria obtiene la nacionalidad

Feliz, dichoso y orgullosísimo (en superlativo, aclaró) se declaró ayer el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo tras conocerse que ha obtenido la nacionalidad española por decisión del Consejo de Ministros, en reconocimiento a su contribución a la ciencia. El nuevo español aseguró que la concesión de la nacionalidad es un honor inmenso que me hacen el pueblo y el Gobierno españoles" y expresó su esperanza de que con ella se redoble la ya intensa colaboración de algunos científicos y la Administración españoles en el desarrollo y los ensayos clínicos de la vacuna sintética contra la malaria que ha puesto a punto. Patarroyo, que tiene antepasados españoles, fue ya galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en 1994. Sigue en la obtención de la nacionalidad a otros destacados latinoamericanos, como el escritor peruano Mario Vargas Llosa.Entre conferencias y declaraciones a los medios de comunicación ha pasado estos días Patarroyo en España antes de partir hoy para Ginebra para seguir sus contactos internacionales relacionados con su trabajo en vacunas sintéticas.

Hace tiempo que este científico carismático (también llamado mediático por su presencia continua en los medios de comunicación) tiene una amplia actividad internacional que hace que sus colaboradores españoles ya no se extrañen de tan frenética actividad viajera. Viajes que compagina con su trabajo en el Institutode Inmunología San Juan de Dios de Bogotá, el centro que dirige, donde se trabaja en la segunda versión de la vacuna contra la malaria, de la que se esperan resultados mejores que los de la primera. Las pruebas de la vacuna en monos en Colombia están resultando alentadoras.

Patarroyo, convertido en un personaje estrella en su país, da la imagen de un David frente al Goliat que representa para muchos el dominio anglosajón en la comunidad científica. La nueva nacionalidad le llega a Patarroyo, de 48 años, en un momento en que su vacuna -que él siempre ha definido como un primer paso- está siendo puesta en duda por cierta parte de esta comunidad, tras hacerse públicos los resultados totalmente negativos del último ensayo clínico, realizado por médicos del Ejército de Estados Unidos en niños en Tailandia. Esta eficacia cero contrasta con la obtenida en un ensayo anterior en Tanzania, realizado bajo la codirección del epidemiólogo español Pedro Alonso, donde se obtuvo una eficacia del 30%, y con la de otros ensayos en tierras latinoamericanas. Ayer, Patarroyo recordó nuevamente que el ensayo de Tailandia deriva del permiso que él mismo dio en 1990 para que su vacuna se fabricase y probase fuera de Colombia, e insistió en que la ineficacia deriva de una incorrecta fabricación del producto.

Más allá del tema concreto de la vacuna contra la malaria, Patarroyo es considerado un inmunólogo y químico de proteínas brillante, que se ha empeñado en sacar adelante, con el apoyo de los sucesivos Gobiernos de su país, una actividad investigadora de punta donde no existía tradición en investigación. Y además ha sabido granjearse las simpatías de muchos tras donar la posible vacuna a la Organización Mundial de la Salud, obviando cauces comerciales.

La malaria causa unos tres millones de víctimas mortales anuales, y los esfuerzos internacionales para vencerla han sufrido fracaso tras fracaso. No hay vacuna, y se está agotando el arsenal de medicamentos por la resistencia surgida en el parásito de la malaria y el mosquito transmisor. Al ser un mal que afecta fundamentalmente a los países no desarrollados, las líneas de investigación para luchar contra él son escasísimas en las multinacionales farmacéuticas.

España está apoyando actualmente, a través de un programa de cooperación internacional, un ensayo masivo de la primera versión de la vacuna contra la malaria de Patarroyo en Tanzania en niños de corta edad. Se trata de evaluar su posible integración en el programa de vacunas infantiles de la OMS. Este año, la financiación ha sido de 424 millones de pesetas.

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