La Real Fundación de Toledo pide un gran pacto para salvar la ciudad y frenar su despoblamiento

Gregorio Marañón, presidente del Patronato de la Real Fundación de Toledo, pidió ayer un gran pacto entre las administraciones públicas para salvar definitivamente la ciudad y evitar su despoblamiento, en el acto de entrega de la sexta edición de los premios que concede esta institución. La ceremonia, que se celebró en el teatro Rojas, en Toledo, fue presidida por el rey Juan Carlos. Las monjas de clausura de los 14 conventos que hoy perviven en Toledo, representadas por la abadesa de San Antonio de Padua, cosecharon los mayores aplausos entre los seis galardonados. Marañón destacó el valor de la tolerancia como el más preciado de los bienes que forman el legado toledano.

A Marañón no se le olvidará pronto el año 1996, en el que en la fundación que preside "se ha encontrado a ambos lados del espejo". En febrero recogieron la medalla de oro a las Bellas Artes y ayer entregaron seis galardones por la defensa del patrimonio histórico-artístico. Toledo, "por la fragilidad de su patrimonio único", centró la mayor parte del discurso de Gregorio Marañón, quien señaló que los problemas de la ciudad "exceden las posibilidades locales o regionales". Al acto asistieron el presidente de la comunidad de Castilla-La Mancha, José Bono; la ministra de Justicia, Margarita Mariscal, y el alcalde de la ciudad, Agustín Conde."Se trata, de una verdadera cuestión de Estado, de ahí que reiteremos la imperiosa necesidad de cristalizar un gran pacto entre las distintas administraciones públicas, con la forma jurídica que proceda, para salvar definitivamente Toledo y evitar su despoblamiento", dijo Marañón. La fundación anunció también ayer la firma de un acuerdo con la Fundación Victorio Macho para abrir la casa museo, que permanecía cerrada desde 1983, y que se convertirá en la próxima sede de la fundación.

De todos los galardonados, presentados por Fernando Ledesma, ex ministro de Justicia y vicepresidente del patronato de la institución, fue sin duda Inmaculada de la Fuente, abadesa del convento de San Antonio de Padua, de Toledo, la que encontró los más entusiastas aplausos. "Las religiosas contemplativas no solemos hacer discursos; sabemos orar y vivir en un mundo agitado por la injusticia y la violencia", dijo esta monja, quien tuvo que contar con el permiso del arzobispo para acudir al acto. No escatimó las alabanzas a ciertas monjas José Bono, que las considera "contrapunto espiritual, pero real, para las prisas, la velocidad y la ligereza de este mundo".

Del plan especial del casco histórico de Toledo, fruto del arquitecto Joan Busquets, se pidió su puesta en marcha inmediata para salvar de la ruina un barrio en el que solamente viven 12.000 personas. De otro de los galardonados, la sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, ubicada en el edificio toledano del hospital Tavera, en el que ya se encuentran los archivos de 111 casas nobles, Ledesma destacó la importancia que para el estudio tiene la recuperación de estos legajos como fuente primordial y todavía no explotada de investigación histórica de nuestro país. El galardón fue recogido por una representante del Archivo Histórico Nacional, del Ministerio de Educación y Cultura, y por la propia duquesa de Medinaceli. Sus archivos suponen la parte más importante de esta sección ahora instalada en Toledo y su traslado desde Sevilla levantó importantes críticas en la ciudad andaluza. La fundación de Medinaceli refrendó ayer, en un comunicado, el traslado de sus fondos.

El programa Conservemos las catedrales, creado por el Banco Bilbao Vizcaya en 1995 y que tendrá una duración de dos años, apoyará la restauración y rehabilitación de más de 80 catedrales y concatedrales españolas, "núcleo esencial de la identidad europea", en palabras de Fernando Ledesma. El vicepresidente de la entidad bancaria, Javier Gúrpide, que habló en nombre de los galardonados, hizo un llamamiento ante "el imparable deterioro de las catedrales de nuestro país".

En la sección internacional, la Real Fundación de Toledo premió al Ayuntamiento portugués de Guimaraes, una relevante ciudad histórica de 179.000 habitantes y punto de destino turístico que ha conseguido la rehabilitación física y funcional del 25% de su patrimonio edificado, un conjunto que se remonta a la Edad Media. Esta experiencia está considerada como una de las de mayor éxito e interés de Portugal. En 1991 obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura de ese país.

Por último, el historiador toledano Julio Porres recibió un premio individual por su amplia bibliografía sobre la realidad de la ciudad de Toledo.

El presidente de la Junta de Protectores de la Real Fundación, Alberto de Elzaburu, marqués de la Esperanza, criticó la actual ley de mecenazgo y pidió un mejor trato para las fundaciones, frente a la "tradicional resistencia de los ministros de Hacienda de turno, sean del partido que sean".