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Adolfo Aristarain filma su vida y la de su entorno, en 'Martín (Hache)'

Luppi y Poncela encabezan el reparto

Amelia Castilla

Martín (Hache) es una película sin moraleja: "La gente se quiere, se odia, se junta, se separa... Es una de esas historias de la vida actual". Así definió ayer, el actor argentino Federico Luppi la película que estos días rueda en Madrid a las órdenes del director de la misma nacionalidad Adolfo Aristarain.

El director de Un lugar en el mundo, que también es guionista, ha recurrido una vez más a su actor fetiche como protagonista. Luppi, que ayer acudió al rodaje ataviado con sombrero, gabardina y pañuelo de seda al cuello, interpreta a un director de cine "muy práctico pero sin demasiado talento, que un buen día recibe en Madrid la visita de su hijo. El encuentro pone en evidencia su incapacidad para el cariño. Está muy armado frente al mundo y parece muy duro, pero en el fondo es totalmente vulnerable", explicó el actor, quien negó que fuera más fácil trabajar con un director que le conoce tan bien como Aristarain: "Conoce mis puntos flacos y me exige más".No tiene miedo Luppi a que se le encasille en los papeles de duro vulnerable -"será que soy un poco así"-. De la misma opinión es Eusebio Poncela, su mejor amigo en Martín (Hache). Poncela interpreta a uno de esos personajes que viven en la cuerda floja, un actor demasiado aficionado a las drogas que dice lo que piensa y hace lo, que dice: "No me importa repetir papel si el guión, como en este caso, es bueno".

Para Poncela, una de la claves del éxito de Martín (Hache) es que Aristarain conoce muy bien a todos los protagonistas y ha mezclado ficción y realidad. "Hay cosas coincidentes con nuestras personalidades y otras son absolutamente buscadas", asegura Poncela al tiempo que recuerda que tanto los actores como el director han sufrido la dictadura' militar argentina de una o otra forma. En el caso de Juan Diego Botto (hijo de un desaparecido), que interpreta el papel del hijo del director, hubo momentos durante el rodaje que hablando con su padre se ponía a llorar sin saber por qué.

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