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España renuncia a un nuevo fondo de cohesion, aunque pide que se tenga en cuenta el nivel de deuda

Xavier Vidal-Folch

España ha renunciado a pedir que el Pacto de Estabilidad vaya acompañado de nuevas contrapartidas -del estilo de las conseguidas cuando el Tratado de Maastricht, con el Fondo de Cohesión- a los países de la UE menos desarrollados, basadas en que ese pacto tendrá efectos asimétricos según los países, dificultando proporcionalmente más la inversión pública a quienes disponen de peores infrastructuras.Lo dejó claro el vicepresidente Rodrigo Rato. Se apoyó en el consenso, arguyendo: "No conozco propuestas de ningún partido político español según la cual los criterios deban diferenciarse según los países". Y consideró que "sería un error" vincular la estabilidad monetaria a la recepción de fondos comunitarios, porque una variación en la moneda podría ponerlos en peligro. Y reputó suficiente el artículo 104-C del Tratado que da flexibilidad para sentenciar sobre el déficit si éste es inferior al nivel de la inversión pública, como acaba de recordar el excanciller alemán Helmut Schmit.

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Más allá de esos argumentos formales, la verdadera razón del Gobierno para no exigir una ampliación del Fondo de Cohesión, un fondo nuevo u otra contrapartida, es que teme la amenaza de que los contribuyentes netos (Alemania) de abrir el melón de la revisión de sus contribuciones, según fuentes de alto nivel. Opta al statu quo y lo apuesta todo a entrar en el euro.

Donde Rato sí abrió ayer una brecha es con el asunto de la deuda. El Pacto de Estabilidad se centra casi monotemáticamente en el déficit. Contra esa tendencia, España reivindicó -con el apoyo del Reino Unido- que "el criterio de la deuda sea más tenido en cuenta" en el futuro pacto. Es decir, que un país igualmente ultradeficitario que otro sea más castigado si también está más endeudado.

La idea busca hacer un hueco a España junto a la bien colocada Bélgica (cuya deuda dobla el porcentaje español). Cada una de ambas supone un 6% del volumen de deuda acumulada europea, pero la de Italia supone el 25%. Una crisis en la deuda italiana arrastraría al futuro Banco Central Europeo, lo que no sucedería en el caso español o belga. Eso es algo que debe cotizarse y que Bonn debe comprender, insinúa el Gobierno español. Le apoyó también el portugués Antonio Sousa, aunque escéptico porque "somos pocos y la propuesta difícilmente pasará".

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