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"La poesía que no tiene ideas no me interesa"

Ángel González, el poeta rojo, del eterno compromiso, de la desolación, la desesperanza, el escepticismo, también de la solidaridad, recibe hoy el V Premio Reina Sofía de Poesía, considerado como el Cervantes de la creación poética. Aunque lo contempla desde la ironía y la distancia, 1996 no ha sido un mal año para él. En enero fue admitido en la Real Academia, que le había rechazado dos veces, y en junio le concedieron el Reina Sofía por el conjunto de su obra.La última vez que se le negó el sillón de la docta casa, González decía que no, que no le importaba, pero la verdad es que esa noche andaba un pelín triste. Ahora está contento. No desdeña el poeta que se le reconozca en su tierra, de la que se alejó durante más de 20 años porque no podía soportar el franquismo.

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Más de un amigo le ha tomado el pelo. ¿Qué hace un rojo tan rojo recibiendo un premio de manos de la Reina y sentándose en la Academia? "Puede parecer que va en contra de mis principios pero se puede ser rojo y académico. Y reconozco el papel positivo que ha tenido y tiene la Monarquía en España".

González hablará hoy de la lírica durante la entrega del premio y lo hará en su defensa. "Como la entiendo yo, de manera opuesta a aquellos que consideran que es un artefacto obsoleto e inútil. Es necesaria". Le gusta hablar de poesía, sin embargo escribe poco, cada vez menos, incluso dice que su próximo libro, De otoños y otras luces, será su última creación poética. "Ya no siento la necesidad de decir que tenía cuando éra joven, cuando me era imprescindible manifestarme. Antes los poemas ocurrían porque el poeta no tenía más remedio que pronunciarse ante ciertos temas... A veces me siento profundamente desanimado y lo estoy sufriendo en carne propia. La gente cree que ya no se puede hacer nada y nadie piensa en transformar el mundo". "Pero no me he evadido", añade. "La poesía que no tiene ideas no me interesa. Ha de ser necesaria, tiene que salir del compromiso con uno mismo. En mi caso, es con absoluta dependencia de mis sentimientos".

González pasa mucho tiempo en Alburquerque (Nuevo México, EE UU), donde dio clases de literatura española y donde tiene una casa en los límites de la ciudad. ¿Y no volverá definitivamente a España? "Vuelvo mucho, vuelvo tanto que ya no sé si quiero volver más". Lo dice medio en broma medio en serio, pero prepara con ilusión su discurso de ingreso en la Academia, la próxima primavera. Y asegura: "Cumpliré con la Academia".

El poeta no sabe aún qué hará con los seis millones que comporta el premio, si meterlos en el banco o gastarlos "frívola y alegremente". Vacila: "Creo que los voy a guardar un rato".

González se ríe cuando alguien le dice que es el último rojo. "¿Y Haro Tecglen?" "La verdad es que en eso yo también soy muy conservador. En el fondo de mí mismo, sigo siendo tan rojo como a los 15 años".

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