"Aborrezco el concepto de banda profesional que sólo se mueve por el dinero"
Esta noche, The Cure, el proyecto del siempre pálido Robert Smith, cierra en el Palacio de los Deportes de Zaragoza el tramo español de la gira de presentación de Wild mood swings, su último disco. En un concierto que, si sigue a los de Barcelona y Valencia, durará unas tres horas, Robert y los suyos repasan una trayectoria de 17 años marcada por pesadillas, pintalabios, arañas, introspección y sonidos densos y oscuros de orientación pop. A pesar de ello, Robert Smith, no parece una persona deprimida, y en Barcelona sorprendió con su atuendo, una camiseta roja de hockey sobre hielo enfundado en la cual respondió, entre otras cosas, a que si a estas alturas del partido su aspiración era convertir a The Cure en una banda dinosáurica como los Stones: "Hace unos años pensé que Wish sería el último disco de The Cure, pero las cosas me llevaron a grabar Wild mood swings. En cualquier caso sé que aborrezco el concepto de banda profesional que está en esto sólo por dinero. No, no seremos como otros, y concibo mi futuro haciendo música sin el manto de The Cure", dijo antes de subir al escenario.No sólo lució la camiseta roja, sino también un espectacular juego de luces en las que no predominaron los colores oscuros, un sonido de verdadero lujo y un repertorio maratoniano en el que repasó casi todo su último disco y, ya en los bises, recuperó sus primeros éxitos para acabar con A forest. A pesar de que los momentos de mayor implicación del público llegaron precisamente con sus viejas canciones, Smith se niega a hablar de épocas y/o décadas: "The Cure no son una banda de los ochenta, es más, no creo en esa forma de medir el tiempo. Los ochenta son para mí un concepto sin sentido, pues albergaron grupos tan diferentes como Joy Divison o Human League. La idea de década es demasiado sencilla, tanto que nosotros bien podíamos ser una banda de los setenta pues de entonces es nuestro primer disco, ese que editamos cuando la gente nos llamaba punkis. La prensa se pasa el día definiendo y dividiendo", afirmó sin casi despegar sus pintados labios carmesí.
A pesar del éxito cosechado en los dos primeros conciertos de la gira, el mismo logrado en Europa y Estados Unidos, Smith manifestó que jamás hace una canción pensando en su público, y sin levantar de la grabadora sus tenebrosamente maquillados ojos se reafirmó en esta idea: "Lo que doy a la gente depende de ellos, no de mí. Nunca he hecho un disco pensando en alguien que no sea yo mismo, ni tan siquiera en mis comienzos, cuando me sentía un tipo aislado. Entonces la música me ayudaba a expresar mi frustración, y casi sin quererlo mis canciones me facilitaron conocer a gente que sentía lo mismo que yo, que entendía mi lenguaje. Queda claro que cuando afirmo que sólo me hablo a mí mismo no olvido que el sentido, de mis canciones es conmocionar a los demás, y que prefiero un disco imperfecto que emocione que no uno perfecto que no lo haga. Lo que quiero decir es que para emocionar a los demás, las ideas han de tener sentido para ti mismo".
El que el público no vibrase igual con Club America, Want, Mint car o Return, piezas de su último disco, que con Desintegration, Close to me o Boys dón't cry tampoco pareció importar mucho a Smith: "La prensa se cargó Desintegration antes de descubrir un año después que era un gran disco, y con Wild mood swings pasará lo mismo. El público está en la primera fase de valoración del disco, y sólo ha descubierto algunas canciones. Luego, en una segunda fase, descubrirá el conjunto del elepé", comentó en profético tono. Ya concluyendo, el líder aseguró que "si seguimos juntos grabaremos un disco con tendencia dance tras las navidades".
Babelia
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