_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Saramago

La noche

De José Saramago. Versión: Eugenio Arredondo. Traducción: Eduardo Naval. Música: Isabel Montero. Intérpretes: Nicolás Dueñas,Miguel Arribas, María Dolores Cordón, Jaime Tijeras, Alberto Alonso, Teófilo Calle, Angeles Martín, José María Barbero, Dionisio Salamanca,, Miguel Ariza, Angel Cuevas, Ramón Pons, Juan Carlos Rubio.

Escenografia y vestuario: José Hernández. Dirección: Joaquín Vida. Festivales de Madrid. Teatro Albéniz. 30 de octubre.

Ovaciones, aplausos, vítores, teatro en pie: para José Saramago. Y para el hecho concreto que evocaba y transmitía: la noche de la revolución "de los claveles" -y claveles hubo al final, del patio de butacas al escenario, y en el camino contrario- del 23 al 24 de abril de 1974, en un periódico de Lisboa. Más, pienso, para este gran hombre honrado, para este periodista entonces, novelista grande ahora, decente y limpio, que para cualquier técnica de teatro o cualquier dramaturgia, que las que se vieron no merecían la pena, y se hacían lentas y pastosas; más para la letra, para el texto y para la historia que se vivió en España como algo precursor. Y para algo que el público sabe más que el escenario, cuando la acción se corta: el dolor de las re voluciones. Democráticas, liberales, "en él sentido positivo que el término tenía entones", comenta el autor. El liberalismo ha sustituido a la dictadura, y la democracia es una dama que se desvanece bajo los aceites que se le ponen. Aquí y en Portugal y, hasta ahora, en todos los países donde las hubo en este siglo. Pienso, quizá por mi propio estímulo, que lo que el público aplaudía era, también, no sólo que hubiera pasa do aquello, que hubiera acontecido en un país de esperanzas perdidas, sino un cierto renacimiento de la idea de la izquierda que se va viendo, al menos en el trabajo de la cultura.Hubiera sido mejor, evidentemente, que el director de la función hubiese conseguido arrancar casi una hora del texto: si en historia y en política muchas cosas han transcurrido desde 1974, en literatura y técnica teatral han ocurrido muchas más desde que en 1977 se escribió esta obra: 20 años en los que han cambiado retóricas y sintaxis y maneras de decir. Tiene muchos más actores que los que se necesitan hoy para aclarar el discurso; y más reiteraciones de las necesarias. No quisiera culpar de lo malo o de lo peor a Joaquín Vida, pero sí me parece que debía haber aconsejado más al autor y a sus actores. Y quizá habría podido hacer algo para que la emoción de la noche histórica traspasase mejor. De todas maneras, es posible que esta novelación del teatro, esta narración y su lentitud haya servido a algunos -que no a mí- para recuperar, también, la época evocada, su nostalgia y sus elementos activos.La obra transcurre en un periódico conservador, o sea fascista en ese momento, cuando estalla la revolución. Entre los activistas del régimen, los indiferentes, los meramente cobardes, están también los resistentes, entre ellos los obreros tipógrafos, el taller. Si parece que esto divida la acción entre buenos y malos, es porque estaba dividida así; si la parte buena la tiene un intelectual, una joven y unos obreros, es también porque era así. No necesité estar al día siguiente de esa noche en Lisboa -con Víctor Márquez Reviriego, que me arrastraba por las calles para verlo todo, y se ponía claveles y se subía a tanques- porque yo vivía en España y sabía que era así. Años así.Aspirante al Nobel

Uno de los personajes, el de periodista intelectual, es indudablemente Saramago. Salió de aquella larga noche y es hoy uno de los grandes escritores del mundo, y siempre que estamos en vísperas de Nobel se piensa en él, aunque su país hace lo posible porque no se lo den. ¡Un rojo! ¡Un comunista! Si sabremos lo que pasa: aquí, allí, en Suecia o en Noruega. Pero el teatro Albéniz se pone en pie y le ovaciona. Espero que lo sienta dentro.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_