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Tres nuevos tratamientos para la artritis reumatoide marcan el camino contra otros daños inmulógicos

La artritis reumatoide, una enfermedad del sistema inmunológico que a menudo afecta a la gente cuando supera los 30 o los 40 años, y a veces antes, es actualmente un área de investigación fundamental. Los médicos consideran que un planteamiento que tenga éxito con la artritis reumatoide puede llevarles a conseguir tratamientos para otros desarreglos inmunológicos, entre ellos los diferentes tipos de lupus y la esclerosis múltiple.La semana pasada, en el encuentro, anual del American College of Rheumatology en Orlando (Florida, EE UU), los científicos presentaron tres tratamientos en fase experimental para la artritis reumatoide. Todos son muy modernos: utilizan proteínas fabricadas por ingeniería genética o anticuerpos hechos a la medida del paciente para combatir la enfermedad en su punto de origen, bloqueando los comportamientos nocivos que provocan la autodestrucción del organismo antes de que tengan lugar daños mayores.

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En los últimos 15 años, los médicos han intentado tratar este desarreglo con el equivalente farmacéutico de un martillo, utilizando medicamentos contra el cáncer y esteroides para vencer las defensas hiperactivas del organismo. Este tratamiento es sólo moderadamente efectivo y provoca efectos secundarios que pueden ser tan nocivos como la propia enfermedad al dejar a los pacientes sin energía y propensos a contraer úlceras e infecciones.

Ahora, los investigadores se han dado cuenta de que para tratar la enfermedad no tienen que machacar todo el sistema inmunológico, sino sólo parte de él. Tampoco tienen que destruir los agentes causantes. pueden sencillamente aturdirlos momentáneamente.

Los nuevos tratamientos se han construido sobre lo que los científicos han aprendido de la forma en que se desarrolla la artritis reumatoide. El problema comienza cuando, por razones que nadie llega a comprender del todo, unas cuantas células aisladas incitan a otras células del sistema inmunológico, llamadas macrófagos, a atacar las articulaciones.

El planteamiento impulsado por IDEC Pharmaceuticals, una empresa de biotecnología de San Diego, consiste en atacar todas las células T activas con un anticuerpo hecho a medida que puede dejar temporalmente inservibles las células del sistema inmunológico. Aunque este tratamiento mediante anticuerpos no puede distinguir entre las células T normales y las defectuosas, la estratagema ha tenido éxito. Más de la mitad de los 122 pacientes analizados en un estudio mostraron una mejoría significativa sin efectos secundarios de debilitamiento. Craig Wiesenhutter, director de la clínica Coeur d'Alene de Idaho asegura: "Teníamos pacientes literalmente bailando por los pasillos".

Otros investigadores prefieren un tratamiento más directo. Según ellos, en vez de atacar las células T que desencadenan el proceso, es mejor centrarse en los compuestos directamente responsables del daño: las proteínas asesinas producidas por los macrófagos.

Estas proteínas atacan el cartílago y producen inflamaciones. La empresa Immunex, de Seattle, se ha centrado en una única proteína, llamada factor de necrosis tumoral. El tratamiento de Iminunex, que ha tenido algunos resultados muy satisfactorios, consiste en unas proteínas fabricadas por ingeniería genética que absorben el exceso de ese factor y detienen el ciclo de destrucción.

Una tercera táctica, que está siendo desarrollada por Amgen, de California, se centra en otra proteína inflamatoria, la interleuquina-I, de forma bastante parecida. Si consiguen el visto bueno de la Dirección de Alimentación y Fármacos (FDA) estos tres medicamentos pueden estar en el mercado dentro de un par de años. Desgraciadamente ninguno de estos tratamientos puede curar la enfermedad. Cuando los pacientes dejan de tomarlos, vuelven los dolores y la rigidez, normalmente en cuestión de semanas o de meses.

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