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¿Está el país hoy mejor que hace cuatro años?

La economía norteamericana vive un auge de nuevos empleos, pero muchos ciudadanos aún se sienten inseguros

Antonio Caño

La compañía Boeing ofrece estos días puestos de trabajo por medio de anuncios en las principales emisoras de radio de California. No son, eso sí, cualquier clase de empleos. Se trata de cargos de gran especialización que exigen una alta preparación tecnológica. Boeing precisa en su publicidad que prefiere ingenieros con conocimientos de computación. La poderosa compañía de construcción de aviones había reducido su plantilla en varios miles de trabajadores a lo largo de los últimos cinco años. Ahora, por primera vez, ha empezado a contratar nuevos empleados dentro de un proceso de sustitución parcial de su tradicional mano de obra por personal mucho más cualificado.Escuchar ofertas de empleo en la radio era algo muy difícil de imaginar hasta hace poco en California, donde la crisis económica, de principios de los años noventa se había hecho sentir con especial crudeza, elevando el, desempleo hasta una cifra próxima al 10%. Pero no sólo es en California. En Michigan, uno de los principales centros industriales del país, el Gobierno regional ha puesto en marcha una campaña publicitaria para atraer trabajadores de otros Estados.Todo el país siente los efectos de la expansión. El paro en Estados Unidos supera ligeramente el 5%, el déficit público se ha reducido a casi una tercera parte del que existía hace cuatro años (de 290.000 millones de dólares a 109.000 millones, lo que representa un 1,6% del producto interno bruto) y los beneficios obtenidos en la Bolsa de Nueva York doblan los de 1992. Como consecuencia, un 60% de los norteamericanos, según una reciente encuesta de The New York Times, cree que la situación económica del país es razonablemente buena o muy buena.

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Mercado laboral

El caso de Boeing es el mismo de otras muchas empresas de Estados Unidos. En 1996, por primera vez en esta década, se ha revertido la situación del mercado laboral, y el número de ofertas de trabajo supera ya al de personas que pierden su colocación. AT&T ha contratado recientemente para sus divisiones de teléfonos celulares y de nuevas tecnologías de telecomunicación 8.000 empleados, algo más de los que había despedido en la reestructuración que concluyó en septiembre pasado.Xerox, que había prescindido en los dos últimos "años de 400 trabajadores, en su mayoría manuales, ha contratado en los últimos meses de este año 1.200 nuevos técnicos y profesionales de computación para investigación de modernos sistemas de oficina.

Lo mismo ocurre en otras áreas de la economía de Estados Unidos. El 46% de las empresas de este país ha anunciado este año planes de ampliación de sus plantillas, mientras que sólo el 21% tiene previstos despidos. El 70% de todos los trabajadores despedidos en el proceso de downsizing de los años anteriores ya había encontrado un nuevo empleo para febrero de 1996.

La necesidad de las empresas por cubrir sus nuevos empleos cualificados es tal que las universidades no alcanzan a formar tantos técnicos como se requieren. Eso ha desatado una caza de talentos que, en muchos casos, obliga a las compañías a contratar de antemano a los estudiantes antes de que acaben sus carreras, o bien a buscar especialistas educados en universidades de Estados remotos a la sede de la empresa.

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"El concepto de contrataciones ha cambiado de repente drásticamente. Las compañías tienen ahora que actuar con antelación para encontrar el personal que necesitan o tienen que escarbar en lugares a los que antes no miraban", afirma Phil Gardner, director del Instituto de Empleo de la Universidad de Michigan.

La Oficina oficial de Estadísticas de Empleo calcula que el número de demandas de especialistas vinculados a la computación y las altas tecnologías crecerá en un 60% entre ahora y el año. 2004."Muchas empresas tienen ya los empleos, lo que no tienen es la gente para ocuparlos", afirma un cazatalentos que busca profesionales para compañías en el área de Baltimore y Washington. Algunas de estas compañías han acudido en demanda de técnicos tan lejos como a la Universidad del Norte de Arizona, que sólo es famosa por sus cursos sobre los indios americanos.

Esta elevada demanda ha permitido un aumento considerable de los salarios que se ofrecen. El promedio del sueldo inicial de un ingeniero recién licenciado es de 41.000 dólares al año (5,2 millones de pesetas), y el de un técnico en computación, de 34.500 dólares.Durante los últimos cuatro años de recuperación económica, el aumento de los beneficios de las empresas y la mejoría de algunos empleos había sido a costa de la rebaja de los salarios o de la creación de empleos poco remunerados. El último año, por primera vez, según cifras oficiales, se modificó esa tendencia. "El downsizing ha sido interrumpido por una ola de noticias económicas positivas", asegura Steven Rattner, director de la firma de inversiones Lazard Freres and Company.Los ingresos promedio por familia crecieron de forma generalizada en 1995, al mismo tiempo que se redujo en 1.600.000 el número de pobres. La Oficina del Censo publicó el mes pasado datos que muestran que la mitad de los hogares norteamericanos tienen ingresos de al menos 34.000 dólares al año, lo que represento el 2,7% (898 dólares) más que el año anterior. "Queda claro que cada vez más gente va compartiendo la prosperidad. Estamos creciendo, y estamos creciendo juntos", ha declarado el presiden te Bill Clinton, que tiene en esas cifras la mejor explicación para su probable reelección el próximo 5 de noviembre.

Bob Dole, el candidato republicano, ha advertido que el incremento de los ingresos en lo hogares no responde, en realidad, a un incremento de los salarios sino a que hoy trabajan más miembros por familia de lo que lo hacían hasta ahora. Pero lo cierto es que el promedio de salarios ascendió en agosto pasado un 3,6% respecto a los del año anterior.

La bonanza económica actual presenta, en todo caso, algunos aspectos contradictorios. Muchos norteamericanos no se han visto todavía beneficiados por la era de vacas gordas, y otros muchos sienten que la economía mejora sólo en las cifras.

Mientras en el rico e industrializado Medio Oeste el nivel de ingresos ascendió en más de un 7%, en algunos Estados del sur apenas ha sufrido variación. Entre grupos raciales, los latinos, por ejemplo, han visto reducidos sus salarios en un 5%, mientras que tanto blancos como negros han mejorado.

Respuesta afirmativa

Si se le pregunta si Estados Unidos está mejor hoy que hace cuatro años a un habitante de Nebraska, donde el índice de desempleo apenas sobrepasa el 2%, la respuesta será sin duda afirmativa. Pero si se formula la misma pregunta a un ciudadano de Lake Providence, en Luisiana, donde el nivel de pobreza es del 55%, la impresión es diferente. En el periodo de los últimos cinco años, el abismo entre ricos y pobres en Estados Unidos se ha agrandado y todavía hay 26 millones de norteamericanos que comen con la ayudas que reciben del Gobierno.Durante la primera fase de la recuperación económica se criticó la creación, básicamente, de empleo poco estable o a tiempo parcial. Eso no sigue siendo así, de acuerdo con las cifras oficiales: de los 10 millones de nuevos puestos de trabajo creados hasta comienzos de 1996, sólo una tercera parte correspondía a lo que se conoce como empleos-basura; el resto lo era a plena dedicación y en una escala alta de salarios.La mayoría de los economistas coinciden en una visión positiva de la situación, aunque no creen que eso obedezca exclusivamente a la política del Gobierno sino más bien al dinamismo de la empresas para encontrar nuevos campos de expansión. Le reconocen, sin embargo, a la Administración el mérito de haber contribuido a crear un marco genera en el que se favorece ese dinamismo."Ha existido un periodo notable de crecimiento sostenido, baja inflación y bajo desempleo" afirma Paul Volcker, antiguo presidente de la Reserva Federal de EE UU. "Si están buscando iniciativas espectacula

res por parte del Gobierno, para explicar esta situación, no las van a encontrar. Pero, en su conjunto, ¿se ha desarrollado una política sensible a las necesidades? La respuesta es sí", opina el profesor Paul Krugman, de la Universidad de Stanford.El actual proceso de crecimiento, de forma global, ha acentuado las desigualdades entre las clases sociales. Pero esa tendencia ha comenzado también a ser corregida en el último año. Hasta 1994, el 5% más rico de la población aumentó sus ingresos en más de un 15%, el siguiente 20% los incrementó en más de un 5%, y todos los demás redujeron su nivel de ingresos. En 1995, sin embargo, el 20% más rico fue el único grupo de la población con beneficios inferiores a los del año anterior.

La clase media se ha visto también beneficiada por los bajos tipos de interés, favorecidos por una inflación controlada ligeramente por encima del 2%. Más de seis millones de propietarios de viviendas, en su mayoría de clase media, han conseguido refinanciar sus créditos, con un ahorro promedio de más de 1.500 dólares al año.

Muchos norteamericanos siguen pensando que el crecimiento económico (un 4,8% anual) es aún modesto e incierto. Más del 70% de los norteamericanos siguen creyendo, por ejemplo, que sus ingresos familiares han descendido, y otro tanto dudan de que la creación de empleo sea la que se dice. "Existe todavía una considerable inseguridad entre la gente", ha reconocido el presidente Clinton. "¿Por qué? ¿Qué es lo que estamos olvidando? ¿Cómo vamos a hacer para darles a todos los norteamericanos la oportunidad de triunfar? Creo que en mi segundo mandato me enfocaría mucho más en educación".

El clima general del país, en todo caso, es optimista. Un 49% de la población confía en que sus hijos tendrán mayores oportunidades que ellos, y un 66%, según una encuesta de Gallup, cree que su situación económica particular mejorará el año que viene.

Ese clima de generalizada confianza en la marcha actual de la economía es el que ha impedido que tenga éxito la propuesta de Bob Dole de reducir los impuestos en un 15%. Los norteamericanos pagan ya menos impuestos que los ciudadanos de los países de la Unión Europea. Aún así, casi un 70% manifiesta en las encuestas su impresión de que el Estado los exprime fiscalmente demasiado. Pero pese al extendido rechazo a lo impuestos, los norteamericanos no han querido arriesgarse con una propuesta como la de Dole, que pondría en peligro la reducción del déficit público y, como consecuencia, la marcha de la economía en su conjunto.

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