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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Enredo y melancolía

AnfitriónDe Molière, 1668. Traducción de Miquel Desclots. Música de Gregorio Salvador Rodríguez.Intérpretes: Ángels Bassas, Eduard Fernández,y Francese Garrido. Escenografía y vestuario: Mónica Quintana y Calixto Pleito. Dirección: Calixto Pleito. Festivales de Madrid. Teatro Lara.

"La veritable Amphitryon est l'Amphitryon où l'on dine": es una frase que les gusta mucho a los franceses, que encierra un cinismo melancólico: no hay más amo que el que nos da de comer. Queda la frase en esta traducción un poco deplorable, pero el sentido se pierde. Como la mitología.. Queda una burla cómica, con un poco de ritmo de vodevil: por quién se acuesta con quién, y hasta qué hombre besa a cuál otro; y con una permisividad que antes parecía muy francesa, y es la de que si la esposa se acuesta con un los, en realidad no hay ofensa, sino, casi, un honor. En todo esto se ve la farsa mitológica, se juega con el famoso Sosia, que en español pasó a ser adjetivo -persona que tiene tal parecido con otra que puede confundíseles-, y se enreda un poco con Plauto, que quizá fue la primera persona que hizo teatro con estos dobles. Entre el traductor Desclots y el director Pleito han casi acabado con Molière, con el conflicto casi filosófico de la personalidad, con el juego de quién tiene el palo, quién tiene la comida (Molière basó, todo en el banquete), y algo sobre una supuesta naturaleza de las mujeres. Quizá si hubieran tenido la prudencia de pasarla a prosa, algo habría quedado del lenguaje original; trasladada a verso, y aconsonantado, con algunas malas interpretaciones ("désarroi" no es desarrollo o progresión, sino malestar, inquietud, angustia), y también los actores y actrices lo podrían decir mejor, aunque también se dejarían arrastrar por una prosodia que no es la del espectador.

Sin estos gruñidos de viejo crítico, la-obra debe divertir más: allí había, en el patio de butacas, chicos y chicas de un, colegio de, mutantes -entre dos adolescencias, la risueña y la madura- que lo pasaron mejor que yo. Ah, cómo les envidio.

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