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La defensa de Raúl Salinas afirma que la fiscalía 'sembró' el cadáver hallado en su casa

Los abogados defensores de Raúl Salinas aseguraron que el cadáver encontrado el miércoles en una finca de su cliente, fue "sembrado". ¿Por quién? Probablemente por la fiscalía mexicana. ¿Con qué objetivo? Inculpar definitivamente al hermano mayor del ex presidente Carlos Salinas del asesinato, hace dos años, de un dirigente del partido gubernamental, José Francisco Ruiz Massieu. Según la hipótesis oficial, los restos pertenecerían, al desaparecido Manuel Muñoz Rocha, presunto cómplice y testigo del crimen. Las pruebas periciales resolverán en 15 días si se trata o no del viejo amigo de Raúl.

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Antonio Lozano, procurador de la República (equivalente al ministro de Justicia), intentaba el miércoles por la noche satisfacer a una prensa ávida de detalles sobre el macabro hallazgo: el esqueleto, dijo, pertenecía a un hombre y estaba en una bolsa de plástico negro. Le faltaban los dedos y presentaba una fractura en el cráneo. Había también unos cabellos sueltos que servirán como muestra para los estudios genéticos. Los análisis de ADN tardarán un mes, pero en un par de semanas, añadió Lozano, ya se podrá tener una conclusión fiable sobre la identidad del muerto, a partir de los exámenes antropométricos y odontológicos.La fiscalía tiene la firme sospecha de que se trata de Manuel Ruiz Rocha, un diputado del gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI) que desapareció en septiembre de 1994, dos días antes del asesinato del secretario general de esta formación política, José Francisco Ruiz Massieu, a la sazón ex marido de la hermana de los Salinas. Muñoz Rocha era amigo de Raúl y, según los vacilantes testimonios recogidos por la fiscalía, participó en el asesinato que fraguó el hermano del ex presidente por viejas cuentas pendientes con su ex cuñado.

¡Párenlo ahí!

Pero el testigo clave desapareció. Y las pruebas de la acusación contra Salinas, encarcelado desde marzo de 1995, eran cada vez más insostenibles. El fiscal Pablo Chapa, que está al frente de las investigaciones del caso Ruiz Massieu casi desde el principio, parecía encontrarse en un callejón sin salida. Hasta que el miércoles un "¡Párenlo ahí!", detuvo la excavadora que, agujereaba la hermosa finca El Encanto, una propiedad de Raúl cercana a la capital mexicana. El gesto cansado de Chapa, que tiene un aire a Sherlock Holmes, se iluminó. Cuando los agentes extrajeron una calavera de una bolsa negra, el investigador no pudo reprimirse: "¡Es él, es Muñoz Rocha"Desde la prisión de alta seguridad de Almoloya, donde está encerrado desde hace un año y medio, Raúl Salinas sólo acertó a decir: "Eso es una canallada". Su abogado, Eduardo Luengo, reaccionó con virulencia. Alguien, dijo ayer, colocó el muerto a su cliente. Y se dan dos circunstancias curiosas: según las llamadas anónimas que desvelaron el lugar del enterramiento, el cadáver llevaba en la finca un año. Antes había estado escondido en otra casa de Raúl. Y, según los abogados, sólo la Procuradoría tenía acceso al recinto desde hace año y medio.

Luengo dijo también que no confiaba en las pruebas de ADN: los cabellos, explicó, pudieron haber sido colocados. De hecho, la Procuraduría cuenta con restos capilares proporcionados por la esposa de Muñoz Rocha.

La hipótesis de la defensa no sorprende a nadie: Ahí está el caso de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, viejo líder del poderoso sindicato vertical del petróleo y uno de los duros del Partido oficial, cuyas operaciones para boicotear el triunfo electoral de un joven y aperturista Carlos Salinas en 1988 le llevaron a la cárcel. Eso sí, después de que la policía encontrara en su casa 200 armas y un cadáver.

La Procuraduría ha abierto un nuevo sumario por homicidio contra Salinas, que se añade al del asesinato de Ruiz Massieu y al de los oscuros manejos financieros como funcionario público. Las autoridades buscan vínculos entre el hermano del ex presidente y los carteles de la droga que puedan justificar la acumulación de una inmensa fortuna.

El otrora poderoso clan de los Salinas no gana para sustos. La aparición de un cadáver en la- finca de Raúl es, de, momento, el último eslabón de la negra cadena que el hermano mayor ha puesto al cuello de la familia. Carlos, el ex presidente, vive desde hace poco más de un año un exilio voluntario después de que la detención de su hermano, cuatro meses después de haber dejado el cargo, desatara toda una cascada de escandalos vinculados a una poderosa red de trafico de influencias labrada durante su sexenio.

Junto a ello, los sucesos que sacudieron el último año de su mandato (tres asesinatos políticos, el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas y la crisis económica de 1994) han puesto en la picota al hombre que un día quiso situar a México en la modernidad.

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