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EL INCIERTO DESTINO DEL PRIMER MUSEO

Bosques, torres, pasarelas, sótanos, plazas y la maja desnuda

El italiano Massimo Calasanto ilustra sus paneles con la reproducción de La maja desnuda. Es la imagen más clara de la exposición de las 481 propuestas para ampliar el Museo del Prado, explicadas en seis paneles por autor, que aumentan a ocho y una maqueta en los 10 finalistas. El catálogo no ayuda porque, sin textos, selecciona uno o varios paneles por equipo.

En el laberinto de pasillos estrechos y forrados de planos y dibujos -los organizadores no han pensado en el Guinness- que ocupan la primera planta del antiguo MEAC se encuentra una lección gráfica de arquitectura actual. Para unos demostrará la justeza del jurado internacional, mezcla de arquitectos, políticos y funcionarios, que no se decidió por ninguno, y otros confirmarán una crisis de ideas.

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El jurado señaló las ideas más sensatas y posibles, según el fallo. La exposicion es una oferta dispersa, como la torre Prado, de Enzo Pinci, de unos 50 metros, que sube como un monolito, o el gigantesco bosque de cristal translúcido de Iñaki Albisu. En varias soluciones se extiende una alfombra de cristal entre Villanueva y los Jerónimos, enlace que se llena de pasarelas, subterráneos, cristaleras, plazas y patios. En otros casos se apela a explicaciones filosóficas para colocar grandes esferas o cápsulas, volúmenes que se quieren casar con el neoclasicismo de Villanueva.

En los paneles de las propuestas figuran las ideas gráficas, acompañadas de memorias -una gran parte sólo en inglés- que se podrán leer con escalera o sobre el pavimiento. En letra pequeña y a diez centímetros del suelo están las intenciones de Sáenz de Oíza, quien propone respeto al edificio de Villanueva y dos sótanos bajo jardines. Los monigotes para indicar personas y escala podían desvelar la marca de autor.

Propuesta de deseo

Hay algunas representaciones que señalan la misma tendencia, como el deconstructivismo de Zaha Hadid -presentó su trabajo con el número 777777- y de Enric Miralles, quien pone un jardín entre los edificios. "Proponemos la potencia de una imagen, casi un deseo". Los paneles' de Ricardo Aroca, director de la escuela de Madrid, están llenos de textos que responden a interrogantes sobre la necesidad de ampliar el museo y el contenido de las bases del concurso: sus ideas van hacia los alrededores, desde el pavimento al tráfico.Arata Isozaki propone un gran espacio público en un anexo al edificio Villanueva, y en los Jerónimos, un círculo para la biblioteca y un triángulo para las dependencias de la parroquia. Estos volúmenes fueron los que inquietaron al jurado. Fernando Chueca Goitia vuelve a un- proyecto antiguo para ajardinar tres grandes patios, mientras que el grupo Morphosis ofrece "medidas reflexivas"., con un paseo y un centro urbano.

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