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Crítica:FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO DE SITGES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un extraño 'western' de Jarmush provoca rechazos y adhesiones

Johnny Depp protagoniza la delirante 'Dead Man'

Se llama Dead Man y viene avalado por la firma de Jim Jarmush, el independiente por antonomasia del cine estadounidense. Parece un western, pero en realidad es un extraño híbrido de filme de tesis, re visitación implacable y comedia no deseada. Fue ayer la película estrella de la sección Première, muestra paralela que es uno de los platos fuertes de esta edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges.

También en una sección no competitiva se pudo ver un interesante documental, Microcosmos, una mirada diferente sobre la naturaleza. Mientras, el filme a concurso de la jornada, Head Above the Water de Jim Wilson, se quedaba en una fotocopia, y mala, de una modesta producción noruega de Nils Gaup vista aquí mismo hace un par de años.Jim Jarmush podrá ingerir peyote y alucinar películas, pero no cabe duda que no engaña a nadie. La primera secuencia de situación de su primera aproximación (nunca mejor dicho) al western es ya claramente indicativa de por dónde van a ir los tiros: un contable de Cleveland, contratado por una metalúrgica situada en un perdido pueblo del Oeste, viaja en tren por las amplias llanuras. Su viaje, interminable, dura en el filme casi 10 minutos, sin que se modifique nada, sin diálogos; sólo el paso de unos desastrados cazadores a otros nos sugiere que el tiempo discurre. Y de improviso, hace su aparición un maquinista que se diría un poeta, y se lanza a un interminable monólogo rigurosamente incomprensible: todo estará permitido desde ese momento.

Mitchum, Depp, Iggy Pop

Dead Man, que se beneficia de un plantel de auténtico lujo, el que caben desde ese verdadero tótem viviente del cine clásico que es Robert Mitchum, hasta un actor del tirón adolescente de Johnny Depp, pasando por Gabriel Byrne, Iggy Pop, Alfred Molina o John Hurt, es la peripecia de ese contable, improvisado hombre de acción, literalmente condenado a muerte al principio del filme por una bala que se le aloja cerca del corazón. Su amistad con un obseso indio, su númen tutelar, y otras anécdotas se suceden sin que parezca que Jarmush pretenda otra cosa que mostrar un reverso del Oeste inexistente en el género.Prostitutas que hacen felaciones en un callejón, un patibulario pistolero que duerme con un oso de peluche, un sheriff que muere rodeado de un halo de icono bizantino un trampero que se viste de mujer para cocinar judías con zarigüeya y especias; fábricas, conjuros, un indio filósofo que ha leído a William Blake (!) y un verdadero arsenal de sorpresas jalonan un filme sencillamente imposible, el sueño narcótico de un director cuyas intenciones se escapan todo el tiempo. El filme se contempla con admiración por la proeza que significa que alguien le haya pagado al director un delirio de este tamaño. Y en una pugna constante por aceptar una trama sencillamente imposible.

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