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CONFLICTO EN PALESTINA

Mubarak, campeón de la causa palestina

El presidente Hosni Mubarak se aseguró ayer un triunfo político en el mundo árabe al justificar su ausencia en la cumbre de Washington como una expresión de protesta ante la actitud israelí frente a los palestinos y una manifestación de des-. confianza en el resultado del encuentro.Ayer en Gaza y Cisjordania se hablaba de Mubarak con una mezcla de unción e incredulidad. El jefe del hermano mayor del mundo árabe ha perdido la paciencia con Israel y no está dispuesto a verse fotografiado junto al. primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. "¡Es el nuevo Mubarak!", fue la expresión que utilizó con deleite un editorialista árabe.

A la sombra de la reunión de Washington, Egipto ha capturado la atención árabe con un gesto espectacular. El Cairo firmó la paz con Israel en 1979 y es uno de los más sólidos aliados de Washington. Desde que heredó la presidencia tras el asesinato de Anuar el Sadat en 1981, Mubarak jamás había desairado a Washington.

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"Nuestra ausencia da un indicio de que no estamos satisfechos con la situación ni con aquellos actos obstinados de Israel para con los palestinos", dijo el presidente egipcio. "Las declaraciones del primer ministro de lsrael son altamente desalentadoras. Está desafiando a la opinión pública en el mundo árabe, en el mundo musulmán y en el mundo cristiano", agregó.

Mubarak no se estaba refiriendo exclusivamente al juramento de Netanyahu a mantener a toda costa abierto el túnel de la discordia, incluso a pesar de las advertencias norteamericanas. Aludía también a las palabras de Netanyahu, que poco antes de entrevistarse con Arafat y Clinton reiteró que Israel quiere modificar el acuerdo firmado para el repliegue militar israelí de Hebrón, que lleva ya un atraso de seis meses.

Pero si bien Mubarak parecía ayer haberse convertido en el campeón dé la causa palestina, era también el centro del recelo de algunos Gobiernos árabes. Con su inasistencia, Mubarak pone de relieve el hecho de que el rey Hussein de Jordania, que fue el primero en llegar a Washington, está demasiado ansioso por complacer a EE UU y no tiene reparos en estrechar la mano del líder israelí que no cree en la fórmula de territorios a cambio de paz.

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Siria, que ha desahuciado toda posibilidad de progresos diplomáticos con Israel mientras Netanyahu esté en el poder, contemplaba con asombro la audacia de Mubarak. En línea con la postura del Gobierno egipcio, que envió a Washington a su ministro de Exteriores, Amr Musa, Arabia Saudí salió con una desusada y dura crítica a Israel. El rey Fahd acusó a Israel de amenazar la estabilidad mundial y condenó "sus brutales matanzas de palestinos".

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