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FESTIVAL INTERNACIONAL DE ALICANTE

La belleza de la música contemporánea

El Cuarteto de La Habana y el Grupo Instrumental de Valencia tuvieron a su cargo los últimos estrenos del certamen contemporáneo. Amadeo Roldán (París, 1900) se formó en Madrid, pero residió y actuó siempre en Cuba contribuyendo grandemente a los movimientos renovadores de la isla. En su Poema practica un nacionalismo de carácter a lo largo de dos tiempos en los que se advierte la presencia del folklore afrocubano asimilado y transmitido con acentos personales. De otro cubano, Carlos Malcolin (Guanabara, 1945) conocimos Beny Moré redivivo, escrita en 1973, en la que muy inteligentemente quedan fusionados los sones del cantante cubano con soluciones modernas, aleatorias.Bien conocida es la figura del mexicano Silvestre Revueltas (Durango, 1899-1940), del que fue estrenado el segundo cuarteto, subtitulado Los magüeyes (1931). Como de costumbre, campean en Revueltas la intuición, la libertad, la simplicidad transparente y una tenue emoción.

Por contra, el Cuarteto número 2 de Gonzalo de Olavide, escrito en 1972 para el Cuarteto Aurora de Ginebra, somete todas sus intuiciones al control de la inteligencia y a una rigurosa calidad de página en un juego de valores diversos y hasta opuestos. El segundo -cuarteto es una página de maestro, pues esto es Olavide. Obtuvo un triunfo grande y hay que subrayar el trabajo del cuarteto habanero en una partitura de grandes dificultades.

Con el Grupo Instrumental de Valencia que dirige Joan Cerveró son posibles muchos y comprometidos empeños y quedó demostrado al resolver con buen estilo y cuidada ejecución Leo, de Roberto Gerhard, que con Libra constituye uno de los mejores legados del compositor de Valls cuyo centenario celebramos. Escrito para una pequeña orquesta de viento, cuerda, percusión, piano y celesta en 1969, un año antes de su muerte, Gerhard nos dice a través de 20 minutos de gran música en qué alto grado fue capaz de hacer suya la lección de Schonberg desde una creatividad que nunca cae en servidumbre.

La noche del miércoles parecía desarrollarse bajo el signo de la belleza y la orginalidad. Así, tuvimos después Piano concertant, de José María Evangelista (Manises, 1943), para piano e instrumentos, que nos sorprendió por la intención y el dominio.

Tras Sevendib de Tristán Murail (El Havre, 1947), de extraordinaria sensibilidad y fascinante atractivo plástico, conocimos una obra de José María Sánchez Verdú (1968) escrita por encargo del CDMC. El joven compositor posee gran invención.

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