El Papa colaboró con la CIA contra la URSS, según un libro de un investigador del Watergate
El papa Juan Pablo II y el ex presidente norteamericano Ronald Reagan pactaron una informal "alianza secreta" para impulsar la caída del comunismo, según un libro que va a publicar, en los próximos días el escritor y periodista estadounidense Carl Bernstein -que investigó con Bob Woodward el escándalo Watergate-, junto con el periodista italiano Marco Politi, con el título Su Santidad. Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo. Los autores en la tesis de que Reagan y William Casey, entonces jefe de la CIA, facilitaron información secreta al Pontífice polaco porque consideraban que el Vaticano, tras veinte siglos de historia, era una "superpotencia espiritual".
En el libro, que será publicado esta semana por la editorial Doubleday, se asegura también que la Administración de Reagan entregó en secreto 50 millones de dólares (6.300 millones de pesetas) al sindicato independiente polaco Solidaridad para financiar sus actividades entre 1982 y 1989. El Papa fue informado de estos hechos, aunque sin que se le facilitaran "demasiados detalles"Bernstein y Politi no se atreven a aventurar si la extinta Unión Soviética y el antiguo régimen comunista de Bulgaria estuvieron detrás del atentado contra el Papa de 1981. Sin embargo, en su libro sostienen que Casey y los colaboradores más próximos del Pontífice estuvieron convencidos de que Bulgaria estuvo implicada en el intento de asesinato, una sospecha que Juan Pablo II siempre ha rechazado. Los autores creen que el Papa no quiso dar pie a que los investigadores profundizaran en su trabajo para evitar que la URSS se viese relacionada con el atentado, lo que habría dado pie a una grave crisis internacional.
En una cita que figura en el texto, el Papa declara a un amigo íntimo: "Quienquiera que fuera responsable [del atentado] estaba haciendo. en realidad el trabajo del diablo". Los autores afirman que han obtenido documentos ultrasecretos del la Unión Soviética que detallan la creciente inquietud de Moscú ante el Papa por la incapacidad del régimen polaco para dominar a la Iglesia católica en las semanas anteriores al intento de asesinato cometido por el pistolero turco Alí Agca. Después del atentado, el Papa ordenó que fuera traída a su presencia la imagen de la Virgen de Fátima, ante la que rezó por la liberación de la Unión Soviética del ateísmo.
Según el libro, el Papa estuvo al tanto de algunos de los secretos mejor guradados de EE UU procedentes de informaciones de su red de espionaje.
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