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La nueva Biosfera 2

El experimento resurge con una nueva filosofía y metas más modestas

La vista sigue siendo impresionante como de otro mundo: una reluciente estructura de cristal y acero que surge de las áridas estribaciones de las montañas de Santa Catalina, Arizona. Casi tres hectáreas que abarcan bosques tropicales, miniocéanos, sabana y desierto. Pero la quimera de Biosfera 2, el experimento ecológico de casi 30.000 millones de pesetas del multimillonario Edward P. Bass, ha sufrido un drástico cambio de orientación.Nada de misiones humanas automantenidas, por no hablar de las llamadas para maquillaje a las 5 de la madrugada o las despedidas televisadas. Ya no se habla del trampolín hacia la colonización de Marte. Ni se oye a la comunidad científica expresar sus dudas acerca de la validez de los experimentos. Los cambios empezaron el 1 de abril, cuando Bass, de Fort Worth, cerró el grifo.

El inversor de Fort Worth, al parecer decidido a no tolerar por más tiempo la gestión chapucera y los gastos espectaculares, se deshizo del grupo de amigos antes íntimos que idearon, desarrollaron y dirigieron el proyecto. Un nuevo equipo de directores más pragmáticos ha reducido las pérdidas anuales de más de 1.600 millones de pesetas del proyecto a unos mil millones. Un equipo de científicos cuyas credenciales no dejan lugar a dudas, reclutados por la Universidad de Columbia, se unió formalmente a Biosfera el 1 de enero.

De acuerdo con el plan original, los biosferianos tenían que llevar a cabo experimentos encaminados, a lograr la autosuficiencia absoluta. Con ellos aprenderían a superar algunos de los problemas ecológicos de la tierra, y tal vez harían la vida posible en el espacio exterior en semejantes estructuras cerradas.

Pero los detractores del proyecto afirman que la verdadera ciencia pasó a un segundo plano en favor del teatro. La credibilidad fue socavada públicamente por los intentos por ocultar provisiones de alimentos y una máquina para depurar el dióxido de carbono del aire en Biosfera 2.

Credibilidad

Según los nuevos encargados de Biosfera, la credibilidad se va recuperando. "Cambiar esta reputación es un reto difícil", reconoce el geoquímico Alan Walton, que era el jefe ejecutivo en funciones hasta que abandonó el proyecto este verano.Curiosamente, los científicos que no quisieron ningún tipo de colaboración con el equipo directivo original están ahora dispuestos a llevar a cabo investigaciones en el "mundo en una botella" de Bass, el mayor laboratorio ecológico acristalado de la Tierra.

El anterior equipo directivo, guiado por la visión de Johnllen, un alumno de Harvard con un master en gestión de empresa que luego se convirtió en poeta beat, "quería escapar de nuestro medio ambiente" , según decía Philip Lemanski, director general.

Pero los objetivos han cambiado. "Ahora es un lugar donde podemos aprender mejor a vivir en nuestro medio ambiente", señala Lemanski. Según él, Biosfera se embarca en "cinco años de ciencia rigurosa, algo que nunca se había hecho antes, al menos no en el sentido académico".

Lemanski cita 10 proyectos de investigación importantes que están en marcha, y Biosfera ha completado este verano su primer programa de estudios universitarios para 15 alumnos, que han pagado 4.000 dólares por un cursillo de seis semanas con trabajo de campo, que les permite obtener seis créditos para la Universidad de Columbia.

En otoño se ofrecerá el primer curso completo, un programa de 15 créditos, con un estudio multidisciplinario del medio ambiente. Cuesta 12.360 dólares en concepto de enseñanza y manutención, equivalente a las tarifas de un centro de la Ivy League.

Se esperan 300 estudiantes por año a partir de 1997, según Dera Colodner, doctora en Filosofía en el Massachussets Institute of Technology, y directora de educación y asuntos académicos de Biosfera. Y se ha contratado a docentes a tiempo completo.

Parte de la investigación actual se ocupa de la forma en que responden diferentes plantas a los niveles elevados de dióxido de carbono que podrían existir en la Tierra algún día. Irónicamente, los niveles de dióxido de carbono en Biosfera eran elevados porque se habían añadido demasiados nutrientes al suelo.

Está claro que la atención de los medios se vio capturada por la visión de ocho biosferianos vestidos con monos de diseño, que entraban en la estructura sellada durante periodos prolongados, respiraban aire reciclado y comían los alimentos que cultivaban. Pero sus aposentos futuristas ahora se han separado de la estructura principal y se emplearán para albergar una importante exposición accesible al público; esto reflejará, de forma más que simbólica la ruptura del proyecto con el pasado.

Ahora que Biosfera ha dejado de ser una entidad lucrativa para convertirse en una organización sin ánimo de lucro, los nuevos gestores se concentran en obtener financiación, en lugar de organizar misiones de aislamiento humano y actividades turísticas como las de un parque temático. En cinco anos, según predicen, podrán reparar la sangría de dinero.

Además de cursos universitarios de un nivel propio de la Universidad de Columbia, habrá programas de albergues para mayores y programas de "exploración de la Tierra" que durarán una semana. Estos programas estarán destinados a visitantes que irán "desde alumnos de institutos hasta ejecutivos que desean un lugar de retiro".

Columbia y Bass no han revelado el acuerdo financiero. Lemanski sólo dijo que Bass "presta un apoyo sustancialal centro" y que ese apoyo irá desapareciendo a lo largo de los próximos cinco años".

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