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Dayton, un proceso frágil

RICARD PÉREZ CASADOLos musulmanes no consiguen ni un Estado islámico ni uno multiétnico que garantice su supervivencia

Este mes se desarrollan las elecciones en Bosnia y Herzegovina (BiH). No todas las que estaban previstas en los Acuerdos de Dayton de 1995, porque las elecciones locales se han pospuesto por parte de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, (OSCE). La inocencia, por así decir, de las previsiones, de Dayton, con el apremio de las fechas para todo, para el desarme de las partes -para el establecimiento de unas instituciones democráticas a todos los niveles, en una palabra, para el establecimiento de la normalidad política en BiH-, puede estar a punto de demostrar la fragilidad de todo el proceso.Un proceso que arranca de una o varias confrontaciones bélicas no resueltas, esto es, que se detienen por la firme actitud militar y diplomática de la comunidad internacional, y en especial por parte de Estados Unidos y de la OTAN. Ninguna de las partes en conflicto acepta la conclusión de éste en los términos en que se firman los, Acuerdos de Dayton. Ello permite que digamos que nos encontramos ante una nueva fase del conflicto y nunca ante su conclusión en forma de establecimiento de una paz firme y duradera.

Firmeza que contrastó en su día con la debilidad europea para abordar una intervención a todas luces necesaria, aunque sólo se hubiera tratado de razones de vecindad. Al titubeo inicial, con reconocimientos precipitados de situaciones que distaban mucho de estar consolidadas, siguió la contemplación de los horrores desde una pasividad que sólo mitigaba la ayuda humanitaria, a modo de pago por la mala conciencia.

Reconocer que las partes no han alcanzado los objetivos últimos que se habían propuesto al inicio de las diversas confrontaciones es, a mi parecer, algo básico para tratar de entender, siquiera mínimamente, el conflicto, tanto desde la perspectiva del pasado como la del presente y de sus posibles soluciones en el futuro.

Los musulmanes, ni con éstas ni con otras elecciones, tienen el Estado islámico, que en el fondo persiguen algunos de sus líderes, ni tampoco tienen el Estado multiétnico que les garantice su supervivencia a largo plazo para los bosnios que no se reclaman del fundamentalismo religioso.

Los croatas, que tuvieron al alcance de sus manos el completar las operaciones de la Krajina con la incorporación de la mayor parte de la Herzegovina a la República de la mano de su brazo militar, el HVO (Consejo de Defensa Croata), ven cómo en el proceso en curso quedan como minoría demográfica en una BiH de mayoría musulmana en la federación que ahora, merced a las elecciones en curso, edifica la comunidad internacional y no ellos mismos. Los serbios, en fin, desde la numantina República Srpska, comprueban que buena parte de sus objetivos están siendo conseguidos, bien por la fuerza de las armas, bien mediante los acuerdos implícitos de cesiones de territorio, como el de la Posavina por parte de los croatas, y en un futuro más o menos cercano su incorporación a la República Federal de Yugoslavia, cuyo primer paso es la consolidación de la entidad serbia dentro de

BiH.Desde algún punto de vista, estas elecciones vienen a resultar cuanto mucho provisionales. Tuve ocasión a propósito de las elecciones en Mostar de subrayarlo; aun imperfectas constituyen un primer paso. Más aún en la medida que no se consigue re novar la totalidad del entra mado institucional que preveían los Acuerdos de Dayton. Porque es en el nivel local don de se puede intentar de nuevo el proceso de entendimiento entre comunidades radical mente enfrentadas por motivos de religión, de etnia o de lengua.

Constituyen un paso importante, aunque menor, para las ambiciones de quienes impusieron la paz. Precisamente tuve ocasión de hacer llegar mi opinión cuando se logró, contra todo pronóstico, lo que no dejaba de ser chocante, la convocatoria y celebración de los comicios locales de Mostar el 30 de junio. No se puede exigir a los beligerantes de tan complejo conflicto la reconciliación, y menos por decreto, por más justo y benéfico que el decreto en cuestión pudiera ser. Ante esta situación se comprenden los apremios de Estados Unidos, tanto en lo que respecta a la conclusión de los comicios previstos en Dayton bajo su égida como 'en lo que concierne al rearme de los bosnios, que no otra cosa es todavía el incipiente ejército común de la federación que todavía no existe. La celebración de las elecciones permitiría afirmar ante la comunidad internacional que los compromisos contraídos habían sido cumplidos, y que correspondía a partir de este momento a los protagonistas

gestionar el éxito electoral, que en todo caso deberá permitir una representación equilibrada de las diferentes partes o comunidades. Pero es que además del éxito en el desarrollo de las elecciones en BiH depende la prolongación más o menos lejana de las fuerzas de la OTAN, las conocidas como lfor, o fuerza de aplicación de los Acuerdos de Dayton, lo que viene a significar la permanencia o retorno del contingente norteamericano, con más de 20.000, efectivos, a sus cuarteles metropolitanos.En un contexto internacional en el que las chispas de Oriente Próximo parecen estar a punto de reavivar un fuego nunca apagado, una demora en BiH es un riesgo que se añade, ahora de forma molesta y sin graves incidentes, pero que sabrán aprovechar las partes que entienden que sus objetivos, como ya anticipé, no se han alcanzado en virtud de una intervención en definitiva extranjera para todos.Las elecciones norteamericanas de noviembre, pese a los exabruptos conservadores, van a tener que prestar atención a las cuestiones internacionales. Más de lo que desearían los candidatos, tanto el presidente Clinton, que deberán mostrar seguramente la energía no sólo en Irak sino también en los Balcanes, como Dole y sus improvisados conocimientos derivados del patriotismo conservador.

El futuro dirá si tantos esfuerzos por contener la guerra en un espacio que es europeo de cultura y geografía y de consolidar un camino de entendimiento a partir de un proceso electoral garantizará el bienestar de unas poblaciones que han sufrido, en Europa y a las puertas del milenio, la tortura indecible de unas guerras a la vez civiles, religiosas e incluso entre el campo y la ciudad, como a un modo de compendio de todas las barbaries que los europeos hemos ido acumulando en nuestra historia más reciente. Hecho este último que se olvida en ciertos círculos de poder e influencia, que, en definitiva no son más bárbaros nuestros vecinos balcánicos que tantos otros vecinos, incluidos los españoles.

El papel de la Unión Europea, más allá de administrar con probidad y eficacia unos fondos que la solidaridad de nuestros pueblos más que reclamar exigía, ha de ser también el papel del vecino que no impone criterios ni aplica recetas para heridas que sólo el tiempo cicatriza. El ejemplo a que aludía en el párrafo precedente bien que lo ilustra. Y no puede desentenderse tras un éxito más o menos lucido en la parcela que consintió en aceptar, como era el caso de Mostar, a la vista de la escasa o nula efectividad de sus proclamaciones durante la fase bélica del conflicto entre 1990 y 1995. Nunca acaso como en la antigua Yugoslavia se ha hecho más evidente la ausencia de voz y brazo únicos en Europa, de política exterior y de defensa comunes, lo que vendría a dar la razón a más de un euroescéptico de diversa índole; desde la izquierda por confirmar que la Unión y Maastricht son sólo operaciones que interesan a la Europa de los mercaderes; desde la derecha por subrayar la imposibilidad de cohonestar los diversos intereses nacionales.

La necesidad de participar de modo activo en el proceso de reconstrucción de la vida social, económica y política de la zona constituye a la vez un interés común a la Unión Europea y una oportunidad de demostrar a sus ciudadanos que el esfuerzo que se nos pide merece la pena en orden a asegurar los viejos principios del pensamiento europeo de libertad y solidaridad, tan necesarios cuando, como es el caso, no se tiene la oportunidad de ejercerlos.Ricard Pérez Casado fue administrador de la Unión Europea en Mostar de marzo a julio de 1996.

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