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El vicepresidente colombiano anuncia su renuncia en medio de una imparable, ofensiva guerrillera

La crisis generada por el enfrentamiento entre el presidente Ernesto Samper y el vicepresidente Humberto de la Calle, y por el anuncio de éste de su próxima renuncia, la vive Colombia hoy en medio de una imparable ofensiva guerrillera, y ahonda aún más el caos en que está inmerso el país desde hace dos años. Los dos grandes diarios,' El Tiempo y El Espectador, dividieron ayer su primera página entre el anuncio del retiro de De la Calle y la reseña de un ataque guerrillero, en zona selvática del sur del país, que dejó al menos 19 militares muertos.

En su editorial de ayer, El Tiempo se lamenta de que el polémico regreso del vicepresidente el jueves -después de un año como embajador en España- se dé en momentos "tan complicados" ya segura que la posición asumida por De la Calle es un "escollo más", en la tarea de buscar una solución a la encrucijada en la que se encuentra Colombia. De la Calle pidió a Samper que renunciara y ofreció su dimisión para abrir camino a un Gobierno de unidad nacional. Samper, lacónico, respondió: el problema es suyo, "o se queda o se va", y dejó claro que no aceptará críticas dentro de su propio Gobierno.El Espectador también dedicó ayer su editorial al recién llegado vicepresidente. Luego de criticarlo duramente, termina así: "El estorbo del vicepresidente que le encendía velas a Dios y a Belcebú anunció ya su desaparición. Despejen, señores presidente y vicepresidente, la suerte del pueblo que un día depositó en ustedes su confianza". No es el único que pide a los dos la renuncia. Lo hicieron también, entre otros, el ex candidato presidencial de los conservadores, Andrés Pastrana, y el obispo de Bogotá, monseñor Pedro Rubiano.

Listas de candidatos

Ayer se empezaron a barajar las listas de los posibles candidatos para reemplazar al uno y al otro. El presidente de la Asociación Nacional de Industriales, Luis Carlos Villegas, -uno de los más fuertes críticos a la actual Administración- aseguró que en lugar de desgastes inútiles en discusiones sobré quién debe ocupar el cargo de vicepresidente, se debe buscar un sustituto del presidente. Propone ocho candidatos, entre ellos la ministra de Relaciones Exteriores, María Emma Mejía, y el ministro de Hacienda, José Antonio Campo.De la Calle también sacó su lista, de seis, para sustituir a Samper. Figuran el ex embajador en EE UU, Carlos Yeras de la Fuente, y el ex ministro de Hacienda, Guillermo Perri. El portavoz de los industriales y el vicepresidente coinciden en dos virtuales candidatos: el embajador en Londres, Carlos Lemos, y el ex ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos.

Y mientras el país político continúa enfrascado en esta discusión, en el país real prosiguen los combates Ejército

guerrilla, en una escalada que empezó el pasado fin de semana con un saldo cercano a los cien muertos. "Estamos en guerra, de eso no le quepa la menor duda a los colombianos. Las guerras se las declaran los terroristas a los Gobiernos y nosotros, que somos la fuerza militar del Estado, la estamos enfrentando con las armas", dijo el comandante del Ejército, general Harold Bedoya, al anochecer del viernes, cuando aún no había un balance exacto del parte de guerra de la jornada.

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El hecho más grave se dio en la provincia de El Guaviare, al sur del país, en La Carpa, a tres horas de la capital, San José. Allí, unos 200 insurgentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) atacaron un puesto militar. Dieciocho horas duraron los combates. Según informes preliminares, murieron dos suboficiales y 17 soldados. Las bajas en la guerrilla, según el general Bedoya, fueron "muchísimas". La Carpa está ubicada sobre el río Guayabero, tradicional zona de influencia de la guerrilla. Hasta hace poco, en las orillas se veían vallas en las que se leía: "Bienvenidos. Los saluda el 7º frente de las FARC".

Pero la guerrilla atacó también en las proximidades de Bogotá. A sólo 50 kilómetros de la capital, las FARC mataron a tres policías y por la carretera a Villeta, población también muy cercana a Bogotá, se registraron combates. En la región Caribe, la guerrilla dinamitó un oleoducto e incendiaron tres autobuses y tres camiones de carga. Sólo en una provincia, en Sucre, se estima que el derrame de petróleo por los atentados en los dos últimos días es de 125.000 barriles.

"El país está sitiado", dijo entonces con angustia el presidente de la Asociación Nacional de Transportadores de Carga -Colfecar-, Eugenio Marulanda. Y los hechos le dan la razón. Durante la última semana, por temor a represalias de la guerrilla, en 15 de las 32 provincias del país se ha bloqueado el transporte por carreteras y por ríos. Las terminales de autobuses están congestionadas de pasajeros, que llevan días y noches a la espera de que se levante el bloqueo.

En las centrales de abastos de Bogotá ya se empiezan a sentir los efectos del conflicto. La bolsa agropecuaria registró alzas hasta del 38% en algunos productos básicos, como el plátano.

Y, mientras tanto, continúa la zozobra para los familiares de más de 60 soldados capturados por las FARC hace una semana en el ataque al puesto militar de Las Delicias, en la provincia del Putumayo. Cuando todos esperaban que fueran devueltos, este fin de semana a una comisión mediadora, las FARC anunciaron que en los próximos diez días, tres delegados suyos se pondrán en contacto con los mediadores.

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