Vuelta de tuerca
Moreto escribió en El desdén con el desdén una tesis-tópico que revoloteaba tontamente por su tiempo: si una dama te desdeña, desdéñala tú a ella y se enamorará de ti. No me parece recomendable. Digo "tesis" porque la idea se argumenta largamente, y toda la obra quiere demostrarlo. Son más recomendables los versos; pero en esta obra se han hecho prosa, por la adaptación de Chistian Boyer, aunque no por ello más comprensibles para este siglo, que es bastante mejor en cuestión de damas y galanes. La princesa que desdeña -¡la hija del conde de Barcelona!- se convierte, por idea del director Jesús Cracio, en Marilyn Monroe; y el amante desdeñado y que finge desdén aparece como Groucho Marx, y el gracioso resulta ser Harpo, el mudo, pero que aquí habla incesantemente y es, como siempre, el que resuelve las situaciones. ¿Por qué Marilyn, por qué Harpo y Groucho? Hay más preguntas: ¿por qué hacer esta obra? Es una idea de Jesús Cracio: es él quien dirige y forma la compañía, y sólo dice que lo hace "a su manera", que lo único de que huye es de que el teatro sea "aburrido, mortal y que, en fin, el corazón tiene razones que a veces la razón no comprende. No creo yo que por no comprenderlo bien pueda considerarme "la razón" frente a su "corazón". Es un problema entre los espectadores y él: aparte, claro, de cualquier intromisión de eruditos, escolares, investigadores o analistas.Que para mí ese teatro sea aburrido, no tanto como mortal, que no acepte mentalmente la idea de los disfraces y las traslaciones raras de época, los boleros y el cheek to cheek, la forma de hablar de la primera actriz -Cristina Marcos-, la interpretación de Javier Cámara y la debilidad de la compañía y la dirección, es un problema estrictamente mío, y no se lo debo trasladar a Cracio.
El desdén con el desdén
El desdén con el desdén, de Agustín Moreto, adaptación de Christian Boyer. Intérpretes: Javier Cámara, Manuel Pizarro, Xuacu Carballido, Fran Sariego, Antonio Castro, Cristina Marcos, Susana Martins, Saladina Jota, Rosa Meras. Escenografía: Juan Mieres. Idea y dirección: Jesús Cracio. Teatro Lara, 3 de septiembre.
La verdad es que el público -menos de la mitad del patio de butacas del pequeño teatro- se ría y aplauda con gusto prueba que, en efecto, el equivocado soy yo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.