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Matar orugas a cañonazos

Medio Ambiente acaba con una plaga de procesionaria con avionetas y escopetas

Vicente G. Olaya

Cuando las orugas que habitan en los pinos de la región oigan de motor de una avioneta sabrán que su fin está más cerca. La Consejería de Medio Ambiente fumiga desde ayer por aire 4.500 hectáreas de bosque afectado por la plaga de procesionaria, que se extiende sobre los pinares de 17 municipios. Ayer la avioneta sobrevoló Colmenar de Oreja (5.500 habitantes). Se intenta acabar así con los últimos ejemplares de este lepidóptero que aún se esconde en la región, tras un primer ataque químico realizado a pie de árbol en julio.

Y es que a principios de ese mes los técnicos de la consejería colocaron más de 7.000 trampas de feronoma (hormona femeninas para atraer a los machos) entre los pinos y acabaron así con una parte importante de la plaga. Pero como no murieron todos los insectos, ayer salieron los medios aéreos -un helicóptero se unirá, en breve a la avioneta- Si aun así las orugas se resisten a morir, la consejería sacará la artillería en diciembre: los técnicos dispararán con escopetas de perdigones a los bolsones de orugas que cuelguen de los árboles. Esta razia se va a tragar unos 18 millones. Acabar con la plaga no es fácil, dado su complejo ciclo biológico. Comienza en verano, cuando las mariposas emergen del suelo donde nacen. Tras aparearse, colocan los huevos en los pinos. Allí surgen las orugas, que forman grandes bolsones. Conforme aumentan de tamaño los lepidópteros, comienzan a salir más a buscar comida. Entre febrero y marzo se unen en procesión -que puede alcanzar hasta, los cuatro metros- y juntas buscan un lugar donde enterrarse. Cuando encuentran el lugar adecuado, te jen un capullo bajo tierra, donde se encierran, hasta que en ju lio o agosto nacen las mariposas. La consejería, a pesar del importante despliegue de medios que realiza contra la plaga, se cura en salud: "El motivo principal que nos impide acabar con la plaga se debe a que estos insectos pueden permanecer durante tres años bajo tierra, hasta que las con diciones climatológicas y de alientación sean más favorables para no morir".

No obstante, Odón Pálla, director general de Medió Natural de la Comunidad, considera que la plaga está muy controlada en Madrid. "Las fumigaciones de los últimos años la han reducido muchísimo, pero es como la viruela: aunque está oficialmente erradicada por la Organización Mundial de la Salud, nunca se puede decir que se haya acabado para siempre con esta vieja enfermedad".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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