La policía francesa entra a hachazos un la iglesia de Saint-Bernard y desaloja a los emigrantes africanos
La iglesia de Saint-Bernard ya está vacía. Sus ocho puertas han saltado hechas añicos bajo los hachazos de la policía. Una parte de los sin papeles africanos -los solteros- fue la primera en ser trasladada al centro de retención administrativa de Vincennes (CRAV), mientras quienes llevaban 50 días de huelga de hambre eran internados en hospitales militares. El resto -210 personas, entre ellas 53 mujeres y 68 niños- iba a parar, en su mayoría, al CRAV. Cien de ellos podrían ser expulsados hoy, en un avión militar, hacia Bamako (Mali). El aeropuerto de salida se mantiene secreto para evitar el boicoteo.
El asalto policial se produjo a las siete y media de la mañana, cuando muchos confiaban en que los primeros gestos gubernamentales propiciando el diálogo iban a permitir una salida negociada de la situación. "Que los blancos se pongan a un lado y los negros a otro", clamó un agente. Para el ministro del Interior, Jean-Louis Debré, si se había esperado hasta ayer para recurrir a la fuerza era "por estrictas razones de procedimiento administrativo". Según él se trataba de respetar escrupulosamente la legalidad y esperar que se cumpliesen los plazos que permiten poner en práctica "un procedimiento de expulsión".El primer ministro, Alain Juppé, también amparó su decisión política en argumentos jurídico-administrativos: "No puede existir un derecho a la regularización de lo que es irregular. Hay ahí una contradicción irresoluble". Ahora cree poder asegurar que recibirán permiso de residencia entre un 30% y un 40% de los que no serán expulsados de inmediato.
A lo largo de la noche del jueves al viernes se había ido relajando la tensión, abandonándose los cantos o las partidas de ajedrez que otras veces habían servido de compañía a quienes permanecían en vela, pero poco antes de las siete ya circulaba la noticia de que la policía iba a lanzar el asalto final. En el exterior los manifestantes se sentaron en el suelo para dificultar el acceso de los agentes, que tuvieron que servirse de las porras y de gases lacrimógenos para poder rodear la iglesia. Las campanas empezaron a repicar. Dentro, los bancos y los atriles se amontonaron tras las puertas, con la esperanza de que sirvieran de barricada. El padre Coindé se dispuso a decir misa.
"Soy católica y francesa y hoy me arrepiento de las dos cosas", decía una mujer ante los micrófonos de un canal de televisión que transmitía el asalto en directo, y recordaba que "el cardenal Lustiger [cardenal de París] sigue de vacaciones". El permiso para el asalto lo dio la Prefectura de París, que adujo motivos de salud pública. La Iglesia francesa fue informada del desalojo cuando éste ya se había producido.La actriz Emmanuelle Béart, con un niño en brazos, pedía explicaciones a un agente que aún blandía el hacha con la que había trinchado la puerta. Alain Krivine comentaba con humor que él era sin duda el candidato a la presidencia francesa más veces desalojado por la policía. A Ababacar Diop, portavoz de los ilegales, lo sacaron entre cuatro agentes."¡Todos somos hijos de inmigrantes!" y "¡Solidaridad entre franceses e inmigrantes!" fueron las dos consignas más coreadas por los manifestantes que permanecían o acudieron a Saint-Bernard para mostrar su solidaridad con los africanos. Su número nunca pareció poder inquietar a los 1.100 policías desplegados.
Desalojo con limpieza
Para los agentes era muy importante poder desalojar cuanto antes y en buenas condiciones a los huelguistas de hambre para evitar cualquier incidente grave que complicase la situación. La decisión de recurrir a la fuerza parece que había sido adoptada el día 19, en un plan que recibió el visto bueno del presidente Jacques Chirac. Formaba parte del mismo el obtener antes un dictamen del Consejo de Estado favorable al Gobierno. Pero hasta 40 inmigrantes parece que se escurrieron entre las manos de los agentes en la operación.Hoy podría ser trasladado hacia Bamako (Mali) un centenar de africanos, casi con toda seguridad la mayoría de los solteros que fueron retenidos aparte. Se habla de que habría sido requisado para realizar el transporte un avión militar para escapar así al peligro del boicoteo anunciado por parte de algunos de los sindicatos presentes en Air France.
En cualquier caso se mantenía en secreto el nombre del aeropuerto para escapar a una eventual manifestación de protesta, pues como quedó probado ayer noche, cuando más de 10.000 ciudadanos desfilaron, casi sin que mediara convocatoria alguna, por el centro de París para protestar contra la actuación gubernamental, el tema de la emigración es explosivo y a veces tiene un notable poder de movilización.
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