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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Compañía con buen pie

Ya iba siendo tiempo de ver en Madrid un espectáculo flamenco como el de la pasada noche. Tras unos tanteos ambiciosos aunque no muy afortunados, la aún joven Compañía Andaluza de Danza ha comenzado por fin a caminar con buen pie.El Homenaje a Albéniz corrió a cargo de Manolo Marín, en cuya coreografía predomina la sobriedad y el objetivo de ajustarse, o mejor dicho, de hacer resaltar el espíritu jondo, que inspira la obra del genial músico catalán. La elección de las cuatro danzas andaluzas de su Suite Iberia es toda una declaración de principios: Evocación, El Puerto, El Albaicín y Triana. Y Marín evita cualquier elemento costumbrista, a excepción de ese apunte argumental en que los bailarines se visten de marineros y compiten con cierta agresividad.

Compañía de Danza Andaluza

Homenaje a Albéniz: Suite Iberia. Flamencos del altozano y El perro andaluz, Bulerías. Coreografía: Manolo Marín y María Pagés. Vestuario: Ana Fernández, Angela Iñigo y Christian Olivares. Teatro Madrid. 16 de agosto. Hasta el 25 de agosto.

Para el resto de danzas, el coreógrafo dispone el tratamiento estricto de los estilos flamencos que subyacen en las mismas y se impone la estética tradicional, igual que sucede con Flamencos del altozano, basados en ritmos de tientos-tangos con la presencia de cantaores y tocaores reales. La música pregrabada de Albéniz, orquestada por Leo Brauer y en la que destaca la guitarra como instrumento solista, atruena a veces en la sala impidiendo escuchar el taconeo del cuerpo de baile, que se emplea a fondo, sin convencer en demasía. Cuando sí lo consiguió fue después, bajo la dirección de María Pagés. Qué manera tan inteligente y valiente de abrir caminos al ballet flamenco, tan anquilosado por lo general. Quién podía, pensar que una canción de Tom Waits pudiera convertirse en un juguete con sabor tan espontáneamente flamenco. Y ello tras una bulería por soleá de Carmen Linares sobrecogedora y un tango de Astor Piazzola, transformado en milonga, magníficamente ejecutado por la joven Alicia Márquez y su pareja, La leyenda del tiempo, de Camarón, cerró la moderna apuesta de esta nueva y brillante coreógrafa sevillana.

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