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LAS VENTAS

¡Olé don Pepín!

¡Olés de júbilo! ¡Olés espontáneos, emocionados y encendidos para el buen toreo! Y ese toreo bueno lo interpretaba don Pepín. Un ¡óle! para él y que Dios le bendiga por haber traído a la plaza de Las Ven tas, en realidad al mismísimo . ruedo ibérico, aquel arte de torear que parecía perdido y olvidado. Toreo al natural. El toreo según fue concebido, luego perfeccionado, elevado a la categoría de arte por los maestros en tauromaquia. No ese ejercicio que consiste en ponerse cursi, pegar un pase, salir corriendo y contonearse marchoso como si aquello hubiera sido la toma de Constantinopla. Sí presentar adelante la muleta, traerse al toro embebido en los vuelos del engaño... Dicen que el toreo al natural adquiere su máxima categoría cuando él artista remata el pase detrás de la cadera. Bueno, de acuerdo, aunque esa es una especie de verdad de Perogrullo. Durante los tiempos aquellos en que el toreo verdadero lo intentaba todo el mundo, nadie decía lo de rematar detrás de la cadera pues se daba por supuesto, tanto como que el torero había de permanecer de pie, el toro también.Acompañar el viaje con el giro armónico de la cintura es una de las prescripciones esenciales del toreo bueno. Acompañarlo con la suerte cargada, templanza en el muletazo, rematarlo allá donde se ha de iniciar el pase siguiente; y ligarlo. Así toreó don Pepín, Pepín Jiménez en la comunidad excelsa de los toreros auténticos, profesor durante el curso escolar, maestro en tauromaquia.

Pérez / Jiménez, Neila, García

Toros de Antonio Pérez (dos rechazados en el reconocimiento, dos devueltos por inválidos), bien presentados, escaso juego. 3º y 5º de Pérez Angoso, bien presentados, poca casta. Sobreros: 2º de José Manuel Sánchez, escurrido, manso, manejable; 4º de Palomo Linares, bien presentado, manso, bronco.Pepín Jiménez: pinchazo y bajonazo descarado (oreja); tres pitichazos y se tumba el toro (palmas). Carlos Neila, que tomó la alternativa: cuatro pinchazos aviso con retraso- y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y estocada corta (palmas y saludá). Juan Carlos García: pinchazo bajo, otro hondo -aviso- y dos descabellos (silencio); pinchazo bajo y bajonazo descarado (palmas). Plaza de Las Ventas, 15 de agosto. Media entrada.

Este toreo al natural lo recreó Pepín Jiménez en tres tandas, ciñó luego una en redondo y cerró la faena igual que la había iniciado, con unos ayudados, la trincherilla, el pase de la firma, de gran hondura y belleza. Finalmente, pegó un sartenazo y sólo por eso no mereció la oreja que pidió a gritos parte del público y concedió el presidente con demasiada ligereza.

El cuarto toro desarrolló sentido y a ese también le hizo Pepín Jiménez el toreo al natural. El hombre venía dispuesto a todo, al parecer. Y se jugó el tipo con una honestidad profesional y una torería de las que no se llevan. Avisado el toro se revolvía con peligro, pese a lo cual Pepín Jiménez le embarcó en los naturales ejecutándolos con todas las de la ley, y al rematar el tercero salió achuchado y derribado. Volvió entonces a la cara del toro con enorme decisión y lo pasó por redondos, pero el sentido del aninal iba en aumento, la cogida se veía venir y hubo de abreviar.

Dentro del saldo ganadero que saltó a la arena no hubo ningún ejemplar apto para el lucimiento. Se dice pronto, con cuatro ganaderías a examen. Los toreros, en cambio, se fajaron con sus lotes respectivos derrochando pundonor. Carlos Neila, en tarde solemne de alternativa, aún pudo sacar algunos derechazos, naturales y ayudados de buen corte, y otro tanto consiguió Juan Carlos García mediante tesoneras porfías para sacar partido a unos toros reservones de escasa embestida.

Quizá el toro menos malo fuera el que toreó Pepín Jiménez por naturales y lo arrastraron hasta el desolladero sin una oreja. Mal hecho. El bajonazo infamante que cobró don Pepín tras la estupenda faena de óle con óle no era merecedor de oreja sino de bronca y severas penitencias. Es como si Murillo, después de pintar la Inmaculada, va y la planta un bigote. Pues eso.

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