_
_
_
_
_
Crítica:FESTIVAL DE SALZBURGO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mozart y Stravinski

Las producciones operísticas, como los seres vivos, evolucionan con los años. El Festival de Salzburgo presentó en 1994,dos espectáculos que trataban de consolidar su propia identidad, un Don Juan dirigido escénicamente por Patrice Chéreau y una Carrera del libertino de Stravinski diseñada por el pintor alemán Jörg Immerdorff. Este año se reponen con ligeros cambios, más asentadas, y también sin solucionar algunos de los errores originales.Barenboim ha cedido la batuta al escocés asentado en San Francisco Donald Runnicles, con lo cual se pierde en densidad y dramatismo pero se gana en vitalidad. Chéreau ha modificado algo las luces en función de la claridad narrativa. Sobre una estilizada escenografía abstracta de Richard Peduzzi, mueve los personajes con un ritmo interno y con un conocimiento del teatro extraordinario. Como hace dos años, Bryn Terfer se convierte en el gran triunfador de las representaciones. Su Leporello es de una categoría teatral,y vocal de las que hacen época. Cuberli continúa siendo una Doña Ana insuficiente, Malfitano es una Doña Elvira fuera de estilo, Groves un Don Octavio descafeinado y Furlanetto un Don Juan sin garra. Vesselina Kasarova, uno de los valores en alza actualmente de la lírica, sustituye a Cecilia Bartoli respecto al montaje de 1994, y consigue plasmar una actuación de gran impulso e interés. El balance general no es satisfactorio en lo vocal, aunque la puesta en escena tenga modernidad e ideas originales, y en el foso esté la Filarmónica de Viena.

Con Don Juan se buscó un espectáculo simbólico y no se consiguió. Sin embargo, La carrera del libertino se ha convertido en una de las producciones más re presentativas del estilo Mortier, facilitándose por primera vez un encuentro entre lo que los organizadores quieren dar y lo que el público está dispuesto a aceptar. La sintonía es, aún mayor este año, culminándose las funciones en un clima cercano a la apoteosis. La base del éxito está sobre todo en la labor de conjunto. Immerdorff ha creado un mundo plástico original y expresivo en un reto que no era nada fácil tras el precedente de David Hockney en esta ópera.

Vocalmente se ha sustituido respecto a 1994 a Sylvia Mc. Nair por Dawn y, la verdad, no hemos salido ganando, porque Upshaw, muy sobrevalorada aquí, es una cantante cuya corrección roza la monotonía y hasta la sosería, sin que consiga transmitir la esencia del personaje de Anne. Quienes están soberbios son Jerry Hadley y Monte Pederson, como Tom y Shalow.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_