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Arafat intenta aplastar la 'Intifada II' de Hamás

El presidente palestino, Yasir Arafat, ordenó ayer una vasta campaña represiva para tratar de acabar con los disturbios callejeros en Cisjordania, que duran ya cuatro días y que el movimiento islámico opositor Hamás ya ha descrito como "el inicio de una nueva Intifada contra el corrupto y despótico régimen de Arafat y los designios sionistas" de Israel. Fuentes palestinas dijeron que se ha detenido a más de 200 palestinos en Nablus y Tulkarem, donde la policía palestina ha sido acusada de torturar a numerosos miembros del Hamás.

En un intento por aplacar los ánimos, Arafat ordenó ayer la liberación de 20 militantes islámicos apresados tras la ola de atentados suicidas en Israel de comienzos de año. Pero no ha logrado su objetivo. "Arafat se está portando como un policía, enviando a sus matones a matar a nuestros hermanos", dijo un miembro de Hamás en Ramala. "Le costará caro", añadió, esgrimiendo un arrugado comunicado de la organización que promete "una movilización de masas para detener a los cómplices de Israel".

La furia popular palestina estalló la semana pasada tras la muerte de Mahmúd Jemayil, de 32 años, por torturadores de la policía palestina. Las cosas se agravaron el viernes cuando Ibrahim Hadaide, de 44, fue abatido a tiros en Tulkarem durante una protesta por el asesinato de Jemayil. Los tribunales de Arafat han condenado a tres policías por el crimen de Jemayilin, pero los palestinos han perdido la fe en el peculiar sistema judicial de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

El proceso de paz

La amenaza de resucitar la Intifada mantenía ayer en suspenso tanto al régimen de Arafat como al Gobierno derechista israelí de Benjamín Netanyahu. "La situación puede tomar un giro sumamente perjudicial para el proceso de paz", comentó un funcionario israelí.Para Arafat, una Intifada II podría acelerar su pérdida de apoyo y quizás transformarlo en un instrumento de una violenta represión que sólo endurecería a Hamás, hoy poseedor de armas y métodos mucho más mortíferos que los que palestinos tenían durante los seis años de la rebelión palestina contra Israel, que terminó en 1993.

Netanyahu, que no ha hecho el menor gesto para tranquilizar a los palestinos -incluso impulsa la ampliación de colonias judías- amenaza con eliminar todo vestigio de presencia política palestina en el sector árabe de Jerusalén. Los disturbios interpalestinos pueden arruinar su plan de mantener las aspiraciones nacionalistas palestinas bajo "anestesia indefinida".

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