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Norman Foster defiende una reforma del Prado limitada al actual edificio

El Museo del Ejército es "formidable" y no debe tocarse, según el arquitecto británico

Javier Sampedro

El arquitecto británico Norman Foster se decidió ayer a revelar su frustrado plan para ampliar el Museo del Prado, un detallado y minucioso proyecto que decidió no presentar a concurso por desacuerdo con la convocatoria. En contra del plan oficial de extender el museo a un gran recinto que abarque el Casón, el claustro de Los Jerónimos y el Museo del Ejército -cuyos contenidos se trasladarían a Toledo-, el proyecto de Foster limita la reforma al actual edificio, con una recuperación del aspecto original de la puerta de Goya y una nueva serie de galerías subterráneas adyacentes a la fachada trasera.

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La idea central de Foster entra en colisión frontal con los requerimientos del concurso, que especifican que la puerta de Goya (la más próxima al hotel Ritz) no puede tocarse. El arquitecto considera esa condición profundamente desacertada: "Los aledaños de la puerta de Goya constituyen sin duda uno de los espacios abiertos más importantes de Madrid" dice, "pero su disposición actual es horrible, se usa prácticamente como un aparcamiento".Además, los documentos del concurso proponen con insistencia la extensión del museo a otros tres edificios de la zona y su interconexión mediante un sistema de túneles subterráneos: otro desacierto, según Foster, que considera que esa solución sería "extremadamente cara" e inadecuada para una ciudad como Madrid, cuyo clima es una llamada tácita al aprovechamiento de los espacios exteriores.

Uno de los edificios afectados por la ampliación sería el actual Museo del Ejército, cuyos contenidos, según la intención declarada por el Gobierno, serían trasladados al Alcázar de Toledo. "Me gusta el Museo del Ejército", dijo ayer Foster: "Es formidable tal como está". El arquitecto consideraría un error trasladar sus fondos a otro lugar.

Foster intervino ayer junto a otro de los más influyentes arquitectos contemporáneos, el español Rafael Moneo, en el seminario Espectáculo y memoria: la arquitectura del museo, dirigido por el catedrático Luis Fernández-Galiano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. El británico se ha mostrado en todo momento enormemente reservado para no interferir en el concurso abierto para la ampliación del Prado, y sólo se decidió a presentar ayer, ante la insistencia de Fernández-Galiano y ante un foro académico, un resumen de su proyecto.

El proyecto de ampliación de Foster, sin embargo, dista mucho de ser un mero esbozo. Es obvio que el arquitecto dedicó al museo y sus alrededores largos meses de observación y documentación, y trabajó luego en sus detalles minuciosamente.

Ladera y rampa

Ambiciosa como es, su idea maestra está en realidad basada en el aspecto original de la puerta de Franciso de Goya. La actual doble escalera que cubre esa fachada, que ha sido modificada en varias ocasiones, no existía, y ocupaba su lugar la ladera de una colina. Foster ha recuperado esa rampa, ganando así un espacio abierto desde el que acceder directamente a la segunda planta del museo.

La rampa tiene una continuación a lo largo de la fachada trasera del edificio (la opuesta al paseo del Prado), que actualmente está infrautilizada. Por debajo de la rampa, otros dos niveles, uno a la altura de la primera planta del edificio actual y otro subterráneo, alojarían las nuevas galerías, las áreas para exposiciones temporales y los talleres de los conservadores y técnicos del museo, que quedarían parcialmente a la vista del público.

La iluminación de esos dos niveles subterráneos aprovecharía al máximo la luz natural mediante un sistema de tragaluces y techados transparentes. La rampa y sus niveles subyacentes estarían, además, interrumpidos por varios patios, en los que el arquitecto tenía previsto ubicar esculturas contemporáneas. También a través del subsuelo trasero, una entrada preparada para recibir vehículos de gran tonelaje permitiría cargar y descargar las obras de arte de forma segura y al abrigo de la intemperie.

Foster resume así su proyecto: "Es una solución económica y compacta. Visitar el Prado es una experiencia íntima, acotada en el tiempo y en el espacio, y debería seguir siéndolo". Según el arquitecto, el Prado no debería crecer extensivamente, porque ello cambiaría su naturaleza.

Fiel a su costumbre, el arquitecto inglés llegó ayer a Santander pilotando su propio avión y abandonó la ciudad por la tarde mediante el mismo medio de transporte. Nacido en Manchester en 1935, sir Norman Foster pasa por ser la marca de la arquitectura británica. Es autor, entre muchas otras obras influyentes, del aeropuerto de Stansted, cerca de Cambridge, de la sede londinense de Willis, Faber & Dumas, el rascacielos del Banco de Hong Kong y Shanghai y el Carré d'Art de Nimes. Tras el metro de Bilbao, sus próximas obras en España serán el palacio de congresos de Valencia y la torre de comunicaciones de Santiago de Compostela. Las reformas de los museos son, a juicio del arquitecto, excelentes oportunidades de "redefinir la relación del museo con la ciudad".

Pese a haber renunciado a presentar a concurso su plan de ampliación del Prado, Norman Foster está convencido de la probidad y competencia del jurado que decidirá el proyecto ganador. "Yo he estado en algunos jurados", comentó, "y sé que requiere una gran dedicación, viajes y sacrificios. Quienes solemos presentarnos a concursos debemos estar muy agradecidos a quienes afrontan la labor de juzgarnos". A mediados de agosto, los diez proyectos finalistas deberán presentar sus propuestas definitivas, de las que saldrá el ganador tras las reuniones del jurado del 8 de septiembre.

Las ideas de Foster están en línea con la propuesta del arquitecto Francisco R. Partearroyo, presentada en octubre de 1992, a propuesta del entonces ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, y del director del museo, Felipe Vicente Garín, ante las necesidades de ampliación en servicios públicos y nuevas salas. "Me encanta coincidir con Foster", declaró ayer Partearroyo.

La polémica por la solución subterránea de Partearroyo provocó la convocatoria de un concurso de ideas, que se fallará en septiembre entre los diez proyectos seleccionados. En una segunda, versión, presentada a este concurso, Partearroyo insiste en recuperar la imagen original del museo por la puerta de Goya -las bases impiden tocar el edificio- y coloca galerías y servicios en los jardines posteriores. "Me reafirmo en mi solución mejorada, en la rampa original y en recuperar la fachada posterior. Me encantará ver la solución gráfica de Foster y también en una exposición conjunta todas las ideas presentadas al concurso".

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