Dimite el secretario de Estado británico para luchar en el Parlamento contra la moneda única
La cuestión europea se cobró ayer una nueva víctima en el Gobierno británico, El secretario de Estado David Heathcoat Amory dimitió de su cargo como responsable de pagos en el Tesoro para defender sus ideales antieuropeos desde los escaños conservadores. Heathcoat se opone al proceso de unión monetaria y defiende como "esencial" el establecimiento de una nueva relación del Reino Unido con el resto de los socios europeos. En su carta de dimisión, Heathcoat Amory insiste en que la moneda única será "desastrosa" para los intereses del Reino Unido.
La renuncia refuerza la campaña de los euroescépticos conservadores y pone de manifiesto las dificultades del primer ministro, John Major, por mantener la unidad de su partido. Los más críticos del proyecto europeo exigen de Major una renuncia formal a participar en el euro durante la próxima legislatura. Han conseguido, de momento, el compromiso del Ejecutivo de convocar un referéndum sobre la cuestión europea en caso de ganar las elecciones previstas para la primavera de 1997.La llegada a su causa de un alto responsable gubernamental, involucrado hasta la fecha en los preparativos del Tesoro ante la unión monetaria, se recibió ayer con signos de júbilo. John Reedwood, portavoz del ala derecha del partido desde que retó el liderazgo de Major, calificó a Heathcoat como "un hombre de principios".
El primer ministro resiste de momento la creciente presión para que cambie de estrategia. Major prefiere mantener abiertas todas las opciones respecto a la integración monetaria que logró en el Tratado de Maastricht. "Para proteger los intereses nacionales, debemos conservar nuestra influencia participando en la negociación y defendiendo nuestra posición", señaló ayer.
Peleas y dificultades
Esta misma línea defiende el eurocomisario británico, Leon Brittan. "Si renunciamos a la moneda única", explicó ayer a la radiotelevisión estatal, BBC, "nuestra influencia a la hora de diseñar el proyecto será nula".
Para el ex ministro David Mellor, la dimisión provocará nuevas "peleas y dificultades" en el seno del partido conservador. Mientras que el momento
,elegido, en vísperas de las elecciones generales, demuestra al público que los tories "son incapaces constitucionalmente de remar juntos en la recta final de la batalla electoral".
Las peleas no se hicieron esperar. La cuestión europea se ha cobrado ya varias bajas en dimisiones y defecciones hacia otras fuerzas políticas en los últimos cuatro años.. Y ayer hubo expresiones de júbilo por parte de los euroescépticos y creciente frustración por parte de los conservadores que creen en el proyecto europeo.
Políticos próximos a Kenneth Clarke hicieron saber que el ministro de Hacienda está dispuesto a dimitir si Major altera su política europea. No es la primera vez que Clarke se. ve obligado a utilizar la amenaza de abandonar su cartera frente al acoso de los euroescépticos.
Major evita tomar posición sobre el acceso al euro. Un Ejecutivo conservador, dice, tomará la decisión adecuada en el momento oportuno. Sin embargo, el primer ministro no incita al debate formal sobre los pros y contras de la moneda única con el que se podría zanjar una cuestión que amenaza su supervivencia.
Su indecisión es motivo del continuo malestar en las filas conservadoras. Diputados tories como Redwood y Heathcoat insisten en el cesto económico y pérdida de soberanía que supone la Unión Monetaria Europea y demandan al Gobierno que se pronuncie ya en contra.
Al mismo tiempo, al agotar su legislatura, Major tendrá dificultades en apartar del programa electoral el tema monetario. Los países que deseen participar en la primera fase de la integración, prevista para 1999, deben cumplir con los criterios de convergencia el ano próximo. La integración monetaria amenaza con entremezclarse en los manifiestos de los respectivos partidos políticos.
El líder laborista, Tony Blair, parece que se prepara a dar una respuesta a este conflictivo tema que atenta también contra la unidad de su partido. Major resiste de momento las presiones internas, pero podría sucumbir ante los laboristas y arruinar el éxito de su actuación durante la firma del Tratado de Maastricht. Europa sigue siendo la peor pesadilla de la Administración conservadora.
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