Aznar se alza por primera vez como el líder mejor valorado
En un ambiente general de progresiva disminución de la crispación política y con moderados signos de optimismo económico, el Gobierno de José María Aznar se dispone a cruzar la raya simbólica, de los 100 días con el viento de la opinión pública soplando a favor. Por vez primera desde junio de 1991, en las 22 secuencias triniestrales del Barómetro, el líder del PP consigue encaramarse al primer puesto en la valoración de líderes, con un 5,3 sobre 10. Esta puntuación y la ventaja de seis puntos (30,5% frente a 24,61%) en intención directa de voto del PP sobre el PSOE son los dos datos más significativos del Barómetro de Verano de Demoscopia para EL PAIS. El sondeo muestra también una significativa mejora en el clima de opinión sobre la situación política.
La intención directa de voto a favor del PP -es decir la que manifiestan expresamente los encuestados- es ahora casi seis puntos superior a. la del PSOE -30,5%, frente a 24,61/6- mientras en mayo pasado era sólo nueve décimas más alta -29,7% del PP frente al 28,8% del PSOE- y José María Aznar, con un 5,3, pasa a ser el político mejor valorado y el único con una puntuación superior al aprobado simbólico. En la secuencia de valoraciones trimestrales de líderes, Aznar ya rebasó a Gonzálz por una décima -4,3 frente a 4,2- en julio de 1995, pero en aquella ocasión el líder de IU, Julio Anguita, se alzó sobre ambos con un 4,4.
El relativo bajo perfil público mantenido en los tres últimos meses por el líder del que ahora es el principal partido de la oposición parece haberse traducido en una llamativa baja de la cotización política de González.
La continuada presencia en los titulares informativos de des tacados dirigentes socialistas a causa de los escándalos no debe haber contribuidó, precisamente, a mejorar la opinión respecto de quien, a los ojos de la ciudadanía, personifica al partido socialista.
Con respecto al anterior Barómetro de Primavera, todos los líderes experimentan una caída en su valoración, un efecto sin duda lógico tras la indulgente euforia poselectoral.
Pero González pasa a ser, en esta ocasión,quien recibe el correctivo más severo, En sólo un trimestre pasa de una posición hegemónica en la valoración pública, con 6,1 puntos, a un segun do puesto con sólo 4,9 puntos. Aznar, por su parte, pese a per der cinco décimas, aparece por primera vez destacado en primer lugar, con 5,3 puntos.
Dentro de la tónica general de descenso en la nota de los líderes políticos destaca el descenso de ocho décimas que experimenta Jordi Pujol, desde mayo pasado -de 4,8 a 4- pese al protagomismo que ha mantenido por su apoyo al Gobierno de Aznar.
Aumenta la ventaja
Esta consolidación de la imagen de Aznar y la relativa erosión de la de González encuentra eco, por otra parte, en la intención directa de voto declarada por los entrevistados. El PP aparece en primer lugar con el 30,5%, seis puntos por encima de la intención de voto correspondiente al PSOE.
En el Barómetro de Primavera la diferencia en la intención de voto de ambos partidos era tan sólo de nueve décimas a favor del PP. En el escaso tiempo transcurrido, la distancia se ha ensancha do llamativamente, aunque hay que hacer hincapié en el hecho de que no existe la perspectiva de ninguna convocatoria delectoral en un horizonte próximo.
Es de señalar que en la presente encuesta el recuerdo de voto manifestado por los entrevistados re sulta casi milimétricamente paralelo al resultado real producido en las eleciones generales del pasado 3 de marzo.
Los datos del presente Barómetro confirman la tendencia a la clara mejoría en el tono general de la opinión española, puesto ya de relieve por el Barómetro de Primavera.
La idea de que la economía mejora parece ir afianzándose. Sigue aumentando el porcentaje de entrevistados - del 13% al 16% desde mayo- que consideran que la situación económica actual de España es buena o muy buena, al tiempo que tiende a seguir decreciendo el porcentaje correspondiente a quienes piensan que es mala o muy mala.
Al mismo tiempo, sigue mejorando la evaluación de la situación política. Ahora, y por primera vez en casi seis años, un porcentaje prácticamente idéntico, cercano al 30%, la define como buena o muy buena, o como mala o muy mala. Esta situación de básico empate contrasta fuertemente con la existente hace tan sólo seis meses.
A comienzos del presente año, los españoles que definían como mala la situación política del país eran cinco veces más numerosos que quienes pensaban que era buena.
El cambio, sin duda llamativo, parece sugerir la consolidación de un nuevo estado de ánimo colectivo menos pesimista y desesperanzado.
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