Lujo escénico

La gira arrancó en los jardines Viveros, uno de los espacios más oxigenados de Valencia, opción definitiva una vez desestimada la plaza de toros, donde hoy comienza la feria taurina de julio. Hubo espectadores que desconocían el cambio y llegaron más tarde, pero la gran orquesta tropical aguardó media hora de cortesía antes de lanzar su descarga. Una descarga, bastante más nutrida y prolongada de la que abrió su gira mundial a principios de junio en el Radio City Music Hall de Nueva York.No había 4.000 personas en el recinto cuando la orquesta dirigida por Isidro Infante abrió fuego con los primeros compases de Eleanor Rigby, para dar paso a continuación a los jóvenes leones de la salsa. Con el mexicano José Henriquez y el cubano Miles Peña, el público parecía más fascinado por el despliegue escénico -16 instrumentistas y un equipo de bailarines- que animado a danzar al compás que marcaron los soneros con Lady Madonna y otros temas de Lennon y McCartney.

José Alberto, El Canario, elegante y cadencioso, fue quien recibió las más claras insinuaciones femeninas de las primeras filas. "La fiesta es en la habitación 105", respondió antes de caldear el patio a, base de genuino merengue made in Liverpool.

El maestro Tito Puente rompió el homenaje a los Beatles con un delicioso bolero al vibráfono y dio paso a los soneros mayores. El primero fue el puertorriqueno Tito Nieves, que presentó orgulloso a su esposa embarazada de cinco meses entre Let it be y Day tripper. Su paisano Cheo Feliciano puso salsa a Yesterday pero añadió quilatesú su voz y entusiasmo del público cuando se olvidó de los Beatles y cantó El ratón y Anacaona, dos de sus números más célebres.

Así le puso el público en bandeja a Celia Cruz, que salió al filo de la madrugada con su "¡azúcar!" característico, y retomó el homenaje a los Beatles con Obladi Obladá, y trazó la recta final de un concierto donde el público se dedicó tanto a bailar colmo a seguir atento los cambios que se producían en un escenario de lujo.