Delicias santillanas
Los tesoros del Caribe no yacen en la profundidad de las aguas entre restos de galeones españoles. La riqueza de las Antillas está en sus músicas, nacidas de la obligada convivencia entre colonos blancos y esclavos negros. Y el Caribbean Jazz Project parece dispuesto a quedarse con su parte del botín. No fue el Paquito de otras ocasiones. Quienes esperaban al cubano exuberante encontraron a un músico más comedido. Quizá por ser ésta una aventura compartida con los norteamericanos Andy Narell y Dave Samuels, virtuoso de la ancestral marimba -xilofón americano- y el moderno vibráfono. Abrieron con Kalinda, de Narell. Lo que el neoyorquino hace con los steel pans, tambores metálicos, resulta asombroso. Ha introducido definitivamente en la música contemporánea el sonido de aquellos bidones de petróleo abandonados. Claro que lo que él maneja es material de diseño.En cuanto a Paquito D'Rivera, está descubriendo otro Caribe, colonizado por franceses y británicos, de ritmos cadenciosos y sensuales. Y en su cabeza pesan las palabras de un viejo amigo: si piensas que eres un músico que lo sabe todo estás acabado. Así que se toma el CJP como escuela: siguió atentamente el dúo de sus compañeros sobre un calipso del venerable Lord Kitchener.
The Caribbean Jazz Project
Paquito D'Rivera (saxo alto y clarinete), Andy Narell (steel pans), Dave Samuels (marimba y vibráfono), Darío Eskenazi (piano), Óscar Stagnaro (bajo) e Ignacio Berroa (batería).Conde Duque. Madrid, 15 de julio.
Se ha dicho del saxofonista y clarinetista que era el único que tocaba latin-jazz, ya que no se ceñía exclusivamente a los ritmos de Cuba. La elección de un pianista argentino, un bajista peruano y un batería cubano lleva su sello; también haber interpretado una obra de Piazzolla y la dedicatoria a Jobim. Aunque ahora se halle bajo los efectos del embrujo musical de Martinica, Santa Lucía, Granada o Montserrat.
Babelia
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