Lou Reed triunfa en la segunda jornada
Dijo "buenas noches, gracias", y comenzó a tocar. Iba de negro, de riguroso negro, al igual que el resto de la banda. No era una comitiva fúnebre, eran Lou Reed y su trío abriendo a las 19.10 horas de ayer uno de los conciertos más esperados del Doctor Music Festival. El público, acostumbrado a la absoluta puntualidiad de los horarios, había reclamado su presencia en escena con silbidos, que se tornaron gritos de júbilo cuando reconoció los primeros acordes de Sweet Jane. Y la fiesta comenzó.Por supuesto, Lou Reed no acusó emoción alguna ante la algarabía del personal, todo palmas, todo griterío, todo satisfacción. El hombre de las facciones congeladas, esculpidas en material inasequible, el dueño de la cara más pétrea del rock, fue fiel a su fama Y- siguió tocando con la, parsimonia de quien se afeita. Eso sí al menos aunque, bien pensado, no eran precisas, pues sus ojos sólo eran vistos por las dos primeras filas de público. Además, con o sin gafas riendo o llorando, moviendo o no las facciones, con o sin luces que iluminasen el escenario, Lou Reed demostró una vez más que en rock urbano es de los mejores. Lo demostró entre los pastos del Pirineo.
Entre esos pastos, quien primero lo mentó en el Doctor Music Festival fue David Bowie, un verdadero dandi del pop. Acabando su concierto, recordó al poeta urbano haciendo una versión de un tema de la Velvet Underground. Fue un detalle más del inmenso savoir fair de Bowie, quien a falta de temas nuevos que puedan clase, distinción y poderío escénico. Vestido con-una levita a juego con los pantalones, Bowie intercaló temas de su último disco, Outside, con esas piezas históricas que le han convertido en un mito. Su único problema es que tal como un encantador de serpientes, Bowie necesita ser visto de cerca; solo así, y a falta de un repertorio renovado que seduzca a las nuevas generaciones, Bowie es Bowie. Si la serpiente está lejos, no puede ser encantada.
Por el contrario, Sepultura puede encantar serpientes incluso por fax. Como se añadió a última hora al cartel y la programación del escenario principal ya estaba cerrada, el grupo brasileño hubo de actuar en el de la Guingueta, que a todas luces se les hizo pequeño. El público atestó la campa frente al escenario, y pese a que casi la mitad del personal apenas podía oírlos, nadie,. absolutamente nadie, se marchó antes del final del concierto. Ni tan siquiera las serpientes más lejanas. Desde luego, lo de Sepultura es digno de estudio. Su thrash amazónico sazonado con percusiones autóctonas ya ha trascendido del público metálico a todo tipo de público, y el grupo, aupado por su último disco, Roots, es un auténtico fenómeno de masas.
Hablando de fenómenos, el concierto de Fun Lovin' Criminals fue fenomenal. Este trío neoyorquino de hip hop heterodoxo cuenta con un solo elepé y actuaba por vez primera en España. El líder cantaba y tocaba la guitarra con una finura primorosa, el batería acústico inventaba ritmos y el tercero en discordia alternaba trompeta, bajo y teclados. Fue uno de los descubrimientos de la jornada.
Babelia
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