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La música vence a la incomodidad en los Pirineos

Gran parte de los servicios están colapsados, pero sigue el buen ambiente

Jacinto Antón

Bowie, Suede, Sepultura, Lou Reed, sí, estupendo, pero, por Dios, que no sea tan difícil conseguir un teléfono. En esencia, esa es la opinión generalizada entre el público del Doctor Music Festival, que se cierra hoy pasada la medianoche en Vall d'Aneu, en el Pirineo de Lleida. Con unos 27.000 visitantes, entre público, personal de organización, artistas e invitados, es Ia claro que los servicios del festival se han quedado cortos. Hay que hacer colas para todo, teléfono, súper, aseo. Las zonas de acampada y aparcamiento previstas estan a rebosar y se acaban las bebidas en los bares -ayer se habían vendido ya 35.000 litros de cerveza. Pese a todo, el público, con el cuerpo ya macerado por el sol, el polvo y el rock está contento: la música es buena y el paisaje maravilloso. Tras los impresionantes conciertos de Sepultura y Bowie (el Duque afirmó que hace tiempo que no tocaba tan a gusto como aquí), ayer fue el turno de Lou Reed y Blur. Por su parte, Comediants añadieron la pirotecnia al estrépito reinante.

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Sin problemas médicos

"Es la primera edición, no hemos llegado a más", señaló ayer Neo Sala, responsable de Doctor Music, la promotora que organiza el festival. "Nuestra previsión inicial era de 18.000 personas y estamos en 27.000. Somos conscientes de que hay que mejorar los servicios, hay que tener un súper más potente, por ejemplo". En todo caso, apuntó, hay que recordar que aquí no se está en la ciudad. El promotor señaló que el festival no crecerá de forma brusca en las próximas ediciones y que para la próxima se baraja la cifra de 30.000 a 35.000 entradas. Dijo que confía en una operación salida paulatina y que prevén una semana para recoger y limpiar el recinto. Se ocuparán de ello 300 personas. Destacó el "excelente" comportamiento del público y apuntó que las incidencias médicas son de momento muy leves. Las más graves han sido un ataque epiléptico y una intoxicación por ácidos.La venerable ancianita que disfruta de los primeros rayos de este sol dominical en la Llar d'Avis d'Esterri d'Aneu no lo sabe, pero lo que ella tomaría por el demonio en persona se apareció ayer, con infernal estrépito, en un prado muy cerca de su casa. Satán no iba de cabrón, sino de gigantesco individuo peludo de larguísimas greñas y aspecto salvaje e iracundo. Berreaba como un ciervo ronco en celo, y babeaba. Le acompañaban otros dos tipos igualmente terribles y habían sido invocados bajo el siniestro nombre de Sepultura. La imagen de las primeras filas del concierto hubiera sobrecogido a Virgilio y le habría despeinado una potencia de fuego digna del acorazado Tirpiz. Bueno, pues la ancianita no lo sabía, y además presentaba una avanzada sordera que, aunque complicaba mucho la tarea informativa, no deja de ser una ventaja.

Las tareas agrícolas en el entorno del festival no han cesado y en algunos parajes se componen naturalmente imágenes tan pintorescas como el payés que siega con guadaña su campo y la fila de heavies con camiseta de Megadead rumbo a Esterri. Los alcaldes de La Guingueta y Esterri han manifestado su satisfacción por cómo van las cosas. Afirman que no creían que la gente fuera a comportarse tan educadamente.

Las noches en el festival son tremendas. Al caer el sol ya llevas tantos kilómetros en las piernas que te dan calambres. Y resulta que entonces empieza lo fuerte. Los mosquitos lo saben porque aparecen en grandes nubes como el jején amazónico. Ni vacas ni leches, el símbolo del va lle es el mosquito y él debería ser la mascota del festival. O el enorme lucánido (ciervo volante) que se acerca en el crepúsculo a los escenarios, atraido al parecer por el estampido de pop-rock.

La verdad, aquí, por la noche, todo el mundo tiene mal aspecto. Es lógico: miles de personas sin luz, abrigados a toda prisa con las más variadas prendas, y tropezando por los prados en un discurrir errático, pues es eso, la noche de los muertos vivientes. Más de uno lo es de verdad, pues ya lleva tres días sin dormir, apuntándose a todo. Hay quien ya huele y se ha producido un general abandono de la costumbre del aseo diario. Claro que ducharse aquí es un acto casi heroico.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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