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Entrevista:

"La genética tiene mucho poder"

Edouardo Boncinelli es descubridor de los genes HOX, que se activan en las primeras etapas del embrión y con las directrices generales de la arquitectura del cuerpo humano; unas reglas tan importantes que son universales, pues sirven casi lo mismo para especies como la mosca del vinagre o el ratón. Cuando los encontró, en 1985, Boncinelli -físico y biólogo- era un recién llegado a la biología del desarrollo.A los 55 años ha escrito nueve libros de divulgación sobre genética, trabaja en el hospital San Rafael-DIBIT, de Milán, y es neurobiólogo. Su equipo ha encontrado los únicos genes hoy conocidos con un papel en la formación del cerebro y la diferenciación de las neuronas. Le molesta sobre todo que lo "políticamente correcto" en ciencia impida investigar cosas como la componente genética de la inteligencia o de la hornosexualidad: "Para muchos no es aceptable que una parte de la inteligencia se deba a los genes. Vale que determinen la altura, pero ¿la inteligencia? En cuanto se habla de ella la gente pierde por completo la razón: es la actitud de los curas, que no querían poner el ojo en el telescopio de Galileo".

Pregunta: ¿Cómo encontró los genes HOX? ¿Era un descubrimiento esperado?

Respuesta: No, fue una sorpresa enorme. Son una larga familia de 38 genes que subdividen el cuerpo de un hombre en sus regiones: el abdomen, el tórax... Y se parecen mucho a los correspondientes de la mosca drosophila, cuyo descubrimiento fue premiado el año pasado con el Nobel. Pero lo más bonito es que estos genes están uno al lado del otro en el cromosoma, que ya es raro, y que el orden en que están corresponde al orden de las partes del cuerpo que controlan.

Cuando los encontramos fui a un congreso importantísimo a presentar mis datos, y alguien me preguntó si estaba seguro de que eran genes humanos. ¡A lo mejor había clonado genes de drosophila sin darme cuenta! Ahora nos da risa, pero al principio... Y además no era ratón, era de verdad hombre. Además, demostramos que se expresaban, que no eran residuos evolutivos sin función. Fue una gran sorpresa.

P. Pero no fue una casualidad.

R. En absoluto. Yo oí hablar de esto por primera vez en la primavera de 1984. Iba a Colorado, pero por un tornado me quedé siete horas esperando el avión en el aeropuerto de Nueva York. Y conmigo estaba Walter Gehring, el descubridor de estos genes en drosophila, que me contó la historia. Me quedé fulminado. Cuando volví a Nápoles empecé enseguida a buscar los genes humanos, y mes y medio después ya teníamos los cuatro primeros.

P. Pero estos genes se expresaban sólo del cuello para abajo, y no en el cerebro. ¿Por qué?

R. Tampoco en la mosca los genes homeóticos, los hermanos de los HOX, se expresan en la cabeza. Debe de haber una razón muy profunda, que por ahora no entendemos, por la que la regulación de la cabeza es cualitativamente distinta de la regulación del resto del cuerpo. De todas formas nosotros los buscamos en el cerebro y en 1992 encontramos cuatro. Algunos son ahora muy estudiados, porque uno se relaciona con una enfermedad cerebral congénita [la esquizoencefalia, schizencephaly] y otro podría tener que ver con ciertas formas de epilepsia. Lo cierto es que son importantes para el desarrollo cerebral.

P. Si todas las células tienen todo el patrimonio genético del organismo, toda la molécula de ADN, ¿cómo saben que son distintas, que deben expresar unos genes sí y otros no y convertirse. así en neuronas o células de piel, por ejemplo?

R. Se mandan órdenes unas a otras desde las primeras fases del desarrollo del embrión, pero entonces hay que preguntarse de dónde vienen estas órdenes. Desde luego hay un principio, y está en el huevo. En el huevo materno hay mucha, información, y cuando es fecundado por el espermatozoide paterno comienza un nuevo organismo. No hay ninguna otra explicación para un mecanismo que hace que un gen active un gen, y ése a otro, etcétera.

P. ¿Cuántos genes están implicados en este proceso?

R. Ciertamente no serán menos de 20.000 o 30.000.

P. Desde el boom de la genética parece que hay una tendencia a creer que todo está controlado por los genes.

R. Todo no, pero la genética tiene mucho poder. La inteligencia, por ejemplo, probablemente tiene un 55% de genética y un 45% de ambiente; la depresión, un 65% de genética...

P. ¿Cómo se mide la componente genética de la inteligencia?

R. Se cogen familias, se mide la inteligencia con los test de cociente intelectual -sobre los cuales no todos están de acuerdo- y se trata de ver si los. hijos se parecen más a los padres o a alguien que no tiene nada que ver. Por desgracia, cuando se habla de presión de la sangre o de altura todos son objetivos; cuando se empieza a hablar de inteligencia todos se pelean. Sobre las diferencias entre hombres y mujeres ya no hay debate, no sé por qué, pero con la homosexualidad, la agresividad, y sobre todo con la inteligencia, es tremendo. ¿A quién le importa, en el fondo, qué parte sea genética?

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