Divertidísimo juego a lo increíble

Una vez fuera de la sala, esta Misión imposible de Tom Cruise y Brian de Palma se escapa al territorio de lo increíble y allí tiene lo que merece: un agradecido olvido. Pero antes de convertirse en uno de esos sueños que se borran instantáneamente de la memoria en cuanto uno despierta de ellos, el enmarañado -e inteligentemente cogido por los pelos por los guionistas- engarce entre tres aventuras combinadas de la famosa serie televisiva en que la película se inspira, ha sido un inmejorable pasarratos, del que a ráfagas saltan toques de gran sentido del humor y no menos grande estilo, como la escena de Cruise en la cámara blindada de la CIA y la parodia de perversa de comic que Vanessa Redgrave borda en la apoteosis de artilugios y trucos de la escena del tren, tacada de espectacularidad final que está entre las mejor conseguidas por Brian de Palma, que es de los que saben poner orden en estos tumultos.Tras ser partícipe de las sorprendentes tretas de espionaje electrónico, de las más o menos inesperadas argucias de fuga y captura, de las tensiones de suspense de tiralíneas y laboratorio, de las jugarretas de circo audiovisual, es decir: de todo el tinglado de juegos que compone este divertidísimo pasarratos, uno (sin saber exactamente por qué), recuerda únicamente que le han regalado una hora y tres cuartos de engaño totalmente aceptado por el engañado, de modo que que lo que acaba de ver -aunque ya esté en algún sumidero de la memoria- configura, más que una buena película, un gozoso alarde de prestidigitación y de mecánica de rodaje, montaje y trucaje, que transforma la vieja gravedad del thriller en la ligereza de una amable cosquilla en los ojos (muy abiertos) del espectador, agradedecido por la estupenda tomadura de pelo a que le someten y a la que se somete encantado.

Misión imposible aporta poco a las calidades que convierten a Tom Cruise en mucho más que una simple y (como todas) prefabricada estrella, pero parece indiscutible que le aumentará, y mucho, el grosor del forro verde de sus cuentas corrientes. Cruise es un tipo listo donde los haya. Consciente de sus limitaciones, las ha encarrilado con inteligencia y afronta las dificultades que le crea su oficio, al tiempo que se da facilidades como emprendedor en oficios ajenos. Cruise asegura que películas como esta le van a servir para meterse con las espaldas cubiertas en aventuras artísticas de mayor calado, que le permitirán seguir perfeccionando ese talento interpretivo que le ha convertido, del hueco niño bonito de Cocktail que fue, en el intérprete adulto y con muchas cosas detrás de los ojos que comenzó a ser en El color del dinero, siguió siendo en Rain man y Nacido el 4 de julio, y seguirá siendo, a tenor de su admirable composición en Algunos hombres buenos.

Película para no perdersela quien no la haya visto y para perderla una vez vista, Misión imposible nos devuelve lo mejor del Hollywood fábrica de entretenimientos, cuando juega a que la gente pague una entrada para ver una película y a la salida lo que pagó le parezca baratísimo. El soberbio oficio y la madera irónica de Brian de Palma; el sentido de la composición y de la armazón de guionistas como Steven Zaillian (nada menos que En busca de Bobby Fischer y La lista de Schindler) y Davis Koepp; un equipo de trucaje solo imaginable en la fábrica californiana y un reparto guapo y bien equilibrado, en el que cada pieza engarza sin chirriar con las otras, hace posible este reconfortante espectáculo al viejo estilo, muy superior a las patrañas de cine informatizado hoy en boga y casi en epidemia.