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Escenario mágico para "Las mil y una noches" de Gala y Scaparro

Laura del Sol y Massimo Ranieri actúan entre las ruinas de la Palermo medieval

"No es lo mismo narrar para seguir viviendo que narrar para que no te maten" le hace decir Antonio Gala a Laura del Sol, imbuida de la dulzura sensual de Sherezade. Sobre el texto basado en Las mil y una noches preparado por el escritor andaluz, Maurizio Scaparro ha desarrollado un espectáculo que trata de resucitar una cultura mediterránea soñadora y tolerante para procurar la supervivencia del teatro y de sus gentes. El éxito de la obra, que viajará a España en septiembre, deriva en buena medida de la magia del escenario de Palermo en que se ha producido su estreno.

Dos altísimos árboles crecidos en siglos de historias cruzadas entre hebreos, cristianos y musulmanes atraviesan la nave central de la iglesia de Santa María del Espasmo, un espacio gótico sin ventanas ni techo, salvo en la parte del ábside, que ha sido restaurado en el centro de la Kalsa, el imponente barrio medieval de la capital siciliana, que ha sido reducido a la ruina por las guerras, los saqueos y los terremotos.La luna de verano ilumina directamente la escena. Niños procedentes de las míseras casas vecinas se sientan primero en los pasillos e invaden progresivamente el tablado, empeñados en verlo todo desde allí. Son tan reales que acaban siendo abroncados por los espectadores adultos para que guarden silencio. Pero resulta difícil imaginar un marco mejor para escuchar cuentos.

Y el cuento, narrado a ratos y a ratos representado, es la esencia de este espectáculo montado por Maurizio Scaparro, que intentará cuidar los escenarios de las sucesivas etapas de la gira con el mismo esmero que lo está haciendo en Palermo. En la ciudad de Bari, Las mil y una noches adaptadas por Antonio Gala se representarán en el castillo suabo de Federico II; en Marsella, serán representadas en las ruinas de un lazareto; y Sevilla prestará los Reales Alcázares a la troupe del célebre director de escena italiano.

Su proyecto no es fácil. Son dos horas de representación sin descanso, en las que la palabra cuenta por encima de cualquier otro elemento. Sobre Massimo Ranieri recae la mayor responsabilidad de esta versión italiana, aunque es de prever, por razones lingüísticas, que Laura del Sol asuma más protagonismo cuando la obra se represente en Francia y en España. Junto a las dos figuras principales, un plantel de otra decena de buenos actores y actrices de todas las edades, pertenecientes a los tres ámbitos culturales en que se realizarán representaciones. La compañía será reforzada en cada caso con componentes locales.

La función mantiene un ritmo vivo y convincente para introducir al espectador en la sucesión de narraciones que se entrelazan "como las cerezas cuando se las saca de un cesto", creando un tiempo circular por el que pasan la alegría, el dolor, la picardía, la crueldad, con un sentido de infinito. Hay historias superconocidas, como la de Sherezade; otras, como la de Kamar y Budur, fueron también sugeridas por Pier Paolo Pasolini en su evocación cinematográfica de estos cuentos orientales. Los viajes de Simbad llegan probablemente demasiado tarde para que el largo e intenso monólogo de Ranieri apasione.

Música

La música ha sido confiada a un trío de guitarra, flauta y mandolina; y es elemental, pero resulta eficaz. El protagonista italiano canta. Laura del Sol da algunos pasos de baile. También los elementos escénicos, obra de Roberto Francia, son esenciales. Bonito el vestuario de Santuzza Cali.Maurizio Scaparro y Antonio Gala han dicho que, con este espectáculo, quieren recordar un Mediterráneo de paz y convivencia muy distinto al mar de tensiones y agresividadades que hoy conocemos. El caso es que el público ríe con la historia del judío, el cristiano y el musulmán que tratan de salvarse, respectivamente, de ser condenados por la muerte de un jorobado; se deja encandilar a veces por la magia del relato y es posible que salga con un toque de nostalgia en el rostro.

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