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Italia: semestre sin timón pero con buen tormentín

Xavier Vidal-Folch

Las elecciones a medio periodo, la introspección doméstica y la levedad política del Ministerio de Exteriores encarnado por Susanna Agnelli dejaron casi sin timón a la presidencia que hoy acaba. Su marea cosecha escasos resultados. Pero la habilidad diplomática italiana se convirtió en un buen tormentín, esa vela mínima que permite atravesar con bien las grandes tempestades.El conflicto de las vacas locas amenazaba, por obra y gracia del boicoteo británico, con convertirse en la peor crisis política desde que en 1965 el general De Gaulle decretó la política de la silla vacía. Su resolución en dos meses debe mucho a la cintura demostrada por la Comisión y a la genialidad desplegada por la presidencia en la cumbre de Florencia, cuando ofreció a Londres una declaración sin contenido "para permitir que John Major cante victoria en la BBC de lo que será una flagrante derrota", como auguraba 24 horas antes del armisticio uno de sus cocineros.

Italia se apuntó también un tanto al inaugurar a finales de marzo, en Turín, la Conferencia Intergubernamental (CIG) para la reforma de Maastricht. En tres meses la CIG apenas avanzó. Pero el documento resumen de Silvio Fagiolo constituye una base de partida, bien ordenada, para la negociación.

Otro avance, aunque modesto, se registró en la preparación de la unión monetaria. El Ecofin informal de Verona acordó que las relaciones entre los in y los out se articularían dentro de un Sistema Monetario Europeo renovado. (el SME bis). Se aprobó la filosofía del "pacto de estabilidad" propugnado por Alemania, aunque no su detalle.

Convenio de extradición

El capítulo de logros concretos se cierra con el acuerdo para fundar Europol -el FBI de la UE- y con el convenio sobre extradición perseguido por España, que constituyen pasos muy sólidos para establecer un espacio judicial y policial europeo; con la aprobación de la directiva sobre liberalización del mercado eléctrico, durmiente durante nueve años de discrepancias; con el acuerdo que asocia a Eslovenia a la Unión, otra asignatura pendiente; y con el mandato para negociar con México un acuerdo de liberalización comercial.En el pasivo del balance figuran, por el contrario, el desarrollo sólo retórico de la política mediterránea y la parálisis transatlántica (Canadá) en cuanto a política exterior; la incapacidad para aprobar la nueva organización del mercado de frutas y verduras y los precios agrícolas, en políticas internas; y, sobre todo, el entierro del Pacto de Confianza para el Empleo propuesto por la Comisión.

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