Limpiar el charco
OJALÁ QUE la energía con que la dirección del PSOE ha exigido la dimisión de los dirigentes de ese partido en Navarra sea muestra de un cambio de actitud respecto a los escándalos que le afectan. Ojalá que asuma la dirección una comisión gestora de caras nuevas. Ojalá en la ejecutiva del PSOE se imponga como prioridad máxima la regeneración del partido, en la perspectiva de un congreso que renueve personas y organización. Ojalá, sobre todo, que entre los dirigentes socialistas se abra paso la idea de que la mentira sistemática, la negación de la evidencia y la solidaridad absoluta con el compañero en dificultades no sólo no resuelven los problemas, sino que los complican hasta hacerlos irresolubles. Pues la decencia en la vida de los partidos -estén en el poder o en la oposición- es algo que beneficia no sólo a las propias organizaciones, sino a la política en su conjunto.Muchos en el PSOE lamentan ahora no haber tomado ayer medidas a las que hoy estarían dispuestos, pero que ya resultan insuficientes para contener la gangrena. La historia reciente, dentro y fuera de España, ilustra a dónde conduce el cinismo, la mentira tácita y la confianza permanente en el "¡ya escampará!". Lo que va sabiéndose de la cuenta a nombre del ex presidente del Gobierno de Navarra Javier Otano y su mujer no reduce, sino que alimenta las peores sospechas. Que llegara a tener un saldo de más de 500 millones de pesetas demuestra que no era una cuenta sin importancia destinada a cubrir eventuales gastos excepcionales del partido, según la débil excusa balbuceada por Otano. ¿Por qué en Suiza, excepto para garantizar su opacidad? La mezcla de intereses particulares de los dirigentes y sus testaferros, con supuestas necesidades del PSOE es una característica de todos los escándalos ligados a la financiación ilegal de los partidos que han ido conociéndose, en Navarra como en Andalucía, en España como en Italia. También de los que han afectado al PP.
Los jueces están investigando si la cuenta de Otano tenía o no que ver con la financiación del PSOE, o si dicha financiación era sólo la coartada de unos sinvergüenzas para forrarse con comisiones ilegalmente cobradas, un "beneficio privado", como afirma el secretario de organización del PSOE, Ciprià Ciscar. El ingreso -en cuentas de la trama navarra del caso Roldán- de cheques procedentes de la multinacional Siemens -adjudicataria del tren de alta velocidad- apunta a una relación con instancias ajenas a esa comunidad autónoma. Éste es un asunto que no atañe, pues, exclusivamente a los socialistas navarros, sino al conjunto del partido. Felipe González no puede escudarse, por ello, en su propia honestidad. Debe situarse ante su deber político como secretario general del PSOE y ex presidente del Gobierno. Al margen de la investigación judicial, es necesario que la dirección del PSOE, cuya ejecutiva federal tratará hoy el asunto, indague seriamente la eventual relación entre esas cuentas y maquinaciones destinadas a la financiación del partido o de sectores del mismo. Así podría el PSOE "limpiar el charco" -aunque se trata de algo bastante mayor que un charco- y, en un plazo razonable, situarse de nuevo no sólo como oposición, sino como alternativa. Pues sin alternativa -a pesar de los 141 diputados socialistas-, la vida democrática en España se verá sometida a serias carencias. El escándalo plantea además un problema de gobernabilidad en Navarra. El PSOE está obligado a contribuir, si es preciso Con su abstención, a la rápida resolución de la crisis. La cordura lleva a que el partido que ha, provocado esta situación no siga en el gobierno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.