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El Papa anuncia en Berlín un sínodo europeo para encarar el siglo XXI

Juan Pablo II, quien ayer pisó por primera vez Berlín, ciudad que jamás había visitado antes un Papa, beatificó durante una misa en el Estadio Olímpico a dos sacerdotes alemanes mártires del nazismo; anunció la celebración de un sínodo de todos los obispos europeos y sembró de nuevo la confusión al omitir en una homilía una referencia en defensa de la postura de Pío XII ante el nacionalsocialismo. A última hora de la tarde el Pontífice llegó, entre abucheos y pitadas de los manifestantes, a la etapa final de su viaje ante la Puerta de Brandeburgo.

En Berlín se iniciaba ayer una serie de concentraciones de diversos movimientos de homosexuales que habían convocado a manifestarse contra Karol Wojtyla. La policía tenía tomada la zona, con un despliegue impresionante, pero tuvo que intervenir contra algunos de los más exaltados, que lanzaron huevos y tomates contra el papamóvil.En sus palabras de despedida Juan Pablo II destapó el tarro de los elogios para el canciller democristiano de Alemania, Helmut Kohl, allí presente. Después realizó un canto a la libertad basada en la verdad, una idea muy arraigada en su pensamiento. Expresó Juan Pablo II su alegría por la presencia de Kohl, a quien calificó de "constructor de la unidad recientemente conquistada por vuestro pueblo. Usted ha sabido utilizar la oportunidad histórica mundial para conseguir la libertad de 17 millones de compatriotas y completar la unidad del pueblo alemán".

Se refirió al lugar del acto de despedida, la Puerta de Brandeburgo, "ocupada por dos dictaduras. A los déspotas nacionalsocialistas les sirvió como marco impresionante para sus desfiles y marchas con antorchas y los tiranos comunistas cerraron esta puerta con un muro. Como tenían miedo a la libertad, los ideólogos pervirtieron esta puerta y la convirtieron en muro

La ceremonia religiosa de la mañana en el Olímpico, a la que asistieron unas 80.000 personas y grupos de polacos desplazados para ver al Papa, estuvo marcada por el signo de la "resistencia ante la cultura del odio y de la muerte bajo cualquier forma que se presente". Recordó Wojtyla que en aquel mismo escenario, hace casi exactamente 60 años, el régimen nazi había celebrado sus Juegos Olímpicos, que quiso usar "para un triunfo de su ideología que desprecia la dignidad humana. En ese lugar, donde se abusó del idealismo de la juventud y se incitó a las gentes al odio y la enemistad, en vez de a la convivencia pacífica, dos santos mártires triunfan hoy".

Dos beatificaciones

Juan Pablo II beatificó al prior de la catedral de Berlín, Berhard Lichtemberg, quien murió el 5 de noviembre de 1943, a los 66 años, cuando le conducían al campo de concentración de Dachau, tras haber cumplido dos años de cárcel. Los nazis le habían condenado por sus sermones contra el régimen. Después de cumplir la condena, la Gestapo le esperaba a las puertas mismas de la cárcel para enviarle a Dachau. Ante los que le interrogaron Lichtemberg declaró que seguía los dictados de su conciencia con todas las consecuencias y no reconocía más führer que Jesucristo.Karl Leisner fue el otro beatificado ayer y sus hermanos asistieron a la ceremonia en Berlín. Leisner murió a los 30 años, poco después de haber sido liberado del campo de concentración de Dachau, donde los nazis le habían internado como consecuencia de una denuncia de unos que le escucharon haber hecho un comentario despectivo sobre Hitler. Leisner era estudiante de teología y, enfermo de tuberculosis en Dachau, pudo cumplir su sueño de ser ordenado sacerdote allí mismo por un obispo francés que se encontraba también internado.

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De nuevo, como el día anterior en Paderborn, una omisión en su homilía respecto al texto repartido a la prensa creó confusión, sobre todo por el carácter vidrioso del párrafo no leído. Se refería a que Pío XII, por medio de la última visita que el obispo de Berlín realizó en la cárcel, hizo llegar al beatificado Lichtemberg, un mensaje de profunda solidaridad y reconocimiento. Aprovechó Juan Pablo II el tema para salir en defensa de Pío XII, a quien en el pasado se le acusó en Alemania por su actitud complaciente con el nazismo.

Según Wojtyla, "quien no se limita a una polémica barata sabe muy bien lo que Pío XII pensaba del régimen nazi y todo lo que hizo para ayudar a innumerables personas perseguidas por aquel régimen". El Papa omitió la lectura de este pasaje en su homilía y de nuevo quedó servida la polémica. En conferencia de prensa el portavoz de la Santa Sede, el español Joaquín Navarro Valls, explicó que tiene validez el texto publicado y añadió que el Pontífice sólo lo omitió por premura de tiempo, para no alargar la ceremonia que iba retrasada. Algunos periodistas expresaron su extrañeza ante el hecho de que Juan Pablo II hubiese suprimido precisamente esos párrafos polémicos en dos de sus homilías en Alemania. En Paderborn, omitió un pasaje sobre la resistencia contra el nazismo de la Iglesia, universal, según Navarro, y no sólo la alemana. En Berlín, el trozo omitido fue el dedicado a la postura de Pio XII ante el nazismo.

El Papa anunció en el acto del Olímpico la celebración antes de la llegada del nuevo milenio de un sínodo de los obispos europeos. La noticia causó sorpresa, según declaró el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Karl Lehmann. Dijo Wojtyla que, en vista de los recientes acontecimientos en Europa, "tras la caída del muro que dividía esta ciudad", se necesita una reflexión conjunta de los obispos del continente con vistas a examinar la situación de la Iglesia ante el nuevo milenio.

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