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Lébed dice que ha desarticulado un conato de golpe

Yeltsin nombra al general secretario del Consejo de Seguridad y destituye a Grachov en Defensa

Pilar Bonet

El general Alexandr Lébed, el candidato clasificado en tercer lugar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Rusia, celebrada el domingo, comenzó ayer su labor en el equipo de Boris Yeltsin como nuevo secretario del Consejo de Seguridad y ayudante del presidente, desarticulando un supuesto conato de golpe de Estado protagonizado por altos cargos el Ministerio de Defensa que trataban de impedir la destitución del ministro titular de ese departamento, Pável Grachov. Así o manifestó el general Lébed en un programa en directo emitido anoche por el canal de televisión independiente NTV, donde amplió los datos que había facilitado antes en una conferencia de prensa con motivo de su inmediata incorporación al equipo de Yeltsin.

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El presidente se entrevistó con el general a las 10 de la mañana en el Kremlin y, en una breve pero solemne ceremonia ante las cámaras de televisión, firmó el decreto con el nombramiento de Lébed, que incrementa las posibilidades de victoria del presidente en segunda vuelta electoral, y comunicó a la prensa que había aceptado la dimisión de Pável Grachov como ministro de Defensa. La mañana, a juzgar por las palabras de Lébed, fue prolija en acontecimientos en los medios castrenses. Ante las cámaras de la NTV, Lébed dio nombres y apellidos de los supuestos implicados y relató la rápida sucesión de acciones que emprendió para abortar los planes de los generales.

"Entre las nueve y diez de la mañana, en la habitación de descanso del despacho del ministro de Defensa", dijo Lébed, "se reunieron los generales Barinkin, Shúlikov, Sitnov, Járchenko, Lapchov, la secretaria de Prensa del Ministerio de Defensa, Yelena Agápova, y lo que resulta especialmente enternecedor, el ministro de Defensa de Georgia, Vardikó Nadivaidze, y trataron de convencer al ministro de Defensa [Grachov] de que diera la alarma y levantara a las tropas para ejercer asi presión sobre el presidente". Nadivaidze negó más tarde esta versión.

El general, que se ocupará de temas de Seguridad también como asesor de Yeltsin, calificó la acción de los allegados de Grachov como un GKCHP-3. Esta abreviatura corresponde a las iniciales rusas de Comité Estatal de Emergencia, la denominación que adoptaron los golpistas soviéticos de agosto de 1991, y equivale en lenguaje coloquial a "golpe de Estado".

Las explicaciones de Lébed dejan muchas incógnitas. Lébed dijo a la cadena NTV que, tras enterarse de la sospechosa reunión, había decidido tomar medidas "profilácticas" y había dado una orden al general de guardia del Punto de Mando Central (el sancta sanctárum de la cadena de mando militar) "prohibiendo transmitir cualquier disposición de Grachov a las tropas".

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Mantener la calma

Después, Lébed dijo haberse dirigido al mando del distrito militar de Moscú y haberle entregado un telegrama con su firma en el que les comunicaba a las tropas su nombramiento y el cese de Grachov. Lébed dijo haber pedido también a las tropas que "mantuvieran la calma" y se ocuparan de sus quehaceres militares, y haber advertido a los "señores generales" que no gastaran el dinero del presupuesto en telegramas de condolencia (a Grachov, se supone) porque les serían descontados. Después se dirigió al mando de las Tropas de Paracaidistas, donde fue muy bien recibido por el mando de aquellas unidades a las que él mismo y Grachov habían pertenecido. El general Yevgueni Podkolzin, el jefe de las Tropas de Paracaidistas, le aseguró, según dijo, que obedecía sólo al comandante en jefe supremo, es decir, al presidente Borís Yeltsin.

Entre los supuestos conspira dores mencionados por Lébed, figuran el coronel general Víktor Varinkin, jefe de la Dirección Operativa Central del Estado Mayor, que se ocupa de los movimientos de tropas; el también coronel general Anatoli Sitnov, jefe de la Dirección de las Tropas -de Cohetes y de Artillería; VIadimir Shúlikov, que era el subjefe del grupo Occidental de Tropas emplazado en Alemania; el teniente general Valer¡ Lapshov, jefe del aparato del Ministerio de Defensa, que según los observadores es el segundo hombre de esta institución; el teniente general Dmitri Járchenko, jefe de, la Dirección de Tratados Internacionales del ministerio. Lapshov y Járchenko son oficiales muy próximos a Grachov, por haber estudiado ambos con él en la academia del Estado Mayor y, en el caso de Járchenko, por ser consuegro del ex ministro. El hijo de éste se casó con la hija del primero en una fastuosa boda en el verano de 1993.

Entre las cuestiones que no quedaron claras ayer de las declaraciones de Lébed la más importante es en qué medida Borís Yeltsin estaba informado de las acciones emprendidas por su fla mante asesor. El jefe del Gobier no, Víktor Chernomirdin, entre cuyas competencias no está el mando de su ministro de Defensa, subrayó que no sabía absolutamente nada de lo sucedido y calificó las afirmaciones, de Lébed de "tonterías" tras haberse entrevistado con el jefe del Estado Mayor General.

Oficialmente, Grachov había dimitido por voluntad propia y el presidente se limitó a aceptar el cese que, dada la impopularidad del ministro, le viene muy bien para reforzar su imagen con vistas a la segunda vuelta. Lébed afirmó anoche que él había exigido la defenestración de Grachov durante su primera entrevista con Yeltsin el lunes.

El puesto de asesor presidencial en materia de seguridad era ocupado hasta ayer por Yuri Baturin, que seguirá, como consejero a cargo de otros temas. En el secretariado del Consejo de Seguridad, que Lébed se propone reestructurar completamente, estaba hasta ahora Oleg Lóbov, un fiel paisano de Borís Yeltsin, que pasa al Gobierno como primer vicejefe. Fuentes próximas al Gabinete aseguran que supervisará los ministerios de Fuerza, lo que, de ser así, puede convertirse en la práctica en una especie de puesto de comisario para vigilar al emprendedor Lébed. Hasta que éste se ponga al día en los temas de los que va a ocuparse, Lóbov seguirá siendo representante de Yeltsin en la república secesionista de Chechenia.

Aun habiendo aceptado cooperar con Yeltsin, Lébed evitaba identificarse demasiado con la persona del presidente, y señalaba que lo importante eran las ideas. Ante él, dijo, había dos: una "vieja" y otra "nueva". La primera había costado mucha sangre y la segunda se está poniendo en práctica muy mal, pero "a ella pertenece el futuro", añadió.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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